Salgo a las 11 y media de casa a toda prisa para ir a comprar un palo de fregona, porque Mirella, que viene a limpiar todos los viernes, lleva pidiéndomelo desde no sé hace cuanto y siempre se me olvida. Por el camino me encuentro con la vecina del cuarto, una señora de setenta años con incontinencia verbal y la mar de desconcertante, lo mismo me echa la bronca por cualquier tontería como que se pone a hablar bien de mi perro. Total, que la buena mujer me para y me dice: "El otro día te escuché en la radio y yo que te tenía por una persona tímida y discreta..." Entonces la miro con temor y me pongo a pensar, ¿qué habré dicho en la radio?, era sobre la serie así que es probable que haya escandalizado a la buena mujer, yo que llevaba en secreto que era el guionista de Física o Química, ya verás ahora...
Pero la vecina continúa: "de repente en la radio te transformaste, y qué resuelto, qué simpático y qué voz más divina". Sí, esas fueron sus palabras exactas. Qué voz más divina. Yo, claro, me quedo muy bien sin saber cómo reaccionar y me limito a sonreír y a darle las gracias. Y me voy a por el palo de fregona.
La buena mujer sin saberlo me ha infundido ánimos porque en un rato entraba en directo en Radio Catalunya, para darle una sorpresa a Eduardo Noriega. Hacían un repaso de su carrera y querían que la primera persona que le había dirigido en un corto le saludara en directo. Odio hacer esas cosas, porque aunque la buena vecina ahora crea que soy más simpático y que tengo una voz divina, en realidad me corto bastante ante situaciones así y soy cero ocurrente. Vamos, que la imagen que ella tenía de mí antes del momento radio, era bastante acertada, me temo.
Pienso alguna ocurrencia graciosa pero no me viene nada a la cabeza. Decido escuchar la entrevista que le están haciendo antes de que me toque entrar y alucino al descubrir que Eduardo habla catalán de una manera fluida. Qué tío. Yo con eso ya no puedo competir, bastante es que pueda seguir a duras penas la conversación en otro idioma.
Me toca entrar en directo y visualizo a la señora repitiéndome lo de la voz divina. Eso me da fuerzas, aunque cuando me presentan y me pongo hablar, mi castellano de alguna manera rompe con la fluidez catalana y me siento un tanto absurdo. Menos mal que todos, presentadores y el propio Eduardo (al que he tenido la inteligencia de avisar antes, para que no le pille de sorpresa) me lo ponen fácil. Y salgo más o menos airoso del envite.
Hace dos minutos Eduardo me acaba de llamar para darme las gracias, y para decir lo mucho que se sufre haciendo estas cosas. Y yo le digo que ha estado estupendo y hablando con una fluidez y una entereza asombrosas, sobre todo para hacerlo en otro idioma. "Calla, calla que yo no sabía dónde meterme, estaba colorado, y tapándome la cara" Y yo pienso, pues ya éramos dos. Pero eso es lo bueno de la radio, que nadie te ve y sólo oyen tu voz, y hasta les parece divina.
viernes, 18 de diciembre de 2009
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2 comentarios:
fíjate, yo aprendí castellano bajo dios mismo...
feliz navidad desde georgia, viejo. :)
muchas veces es mejor creer en la divina imagen que nos hacemos en la cabeza que conocer la simple realidad, un saludo! (BC)
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