viernes, 22 de agosto de 2008

Familias (II)


A Mirella le encanta hablar mientras limpia mi casa. Pero hasta ahora no me había hablado de su familia. Mirella es ecuatoriana y tendrá como 6 o 7 años más que yo. Es alegre, jovial, trabajadora incansable, llena de vida y de remedios caseros y de supersticiones varias de su país de origen. Según ella los aloe vera lloran lágrimas cuando alguien te envidia mucho o te quiere mal, y los perros enferman para frenar tus enfermedades. Ayer me enteré de que Mirella, a sus 41 o 42 años, es abuela de 4 nietos. Tuvo a su primera hija a los 14 y esa hija tuvo a su hija, "ya mucho más mayor", o sea, a los 17.
Miguel el otro día también me contaba la historia de su asistenta. Necesitaba trabajar más y le pedía a Miguel que le buscara otras casas porque su tercer marido la acababa de abandonar y tenía que ayudar a su hijo mayor porque el novio de ese hijo estaba en la cárcel por camello. Su segundo hijo (tiene tres y cada uno lo tuvo de un marido) es electricista de 19 años y se iba ahora a Afganistán, " a cablear el país".
Ayer estoy tomando una cerveza con un amigo y me encuentro a un viejo conocido, Mario, un fotografo joven y tatuado de los pies a la cabeza, con su hijo Jorge de 5 años. Los dos estaban sentados uno enfrente del otro con sendos portátiles. Mientras Mario intentaba instalar un programa, Jorge de 5, con una habilidad pasmosa y un desparpajo aún más pasmoso pintaba con un programa de diseño en su pequeño portátil. Padre e hijo iban vestidos igual: camiseta blanca sin tirantes y pantalones cortos de estética camuflaje militar. Los tatuajes del padre eran imitados por el hijo con varias calcamonías la mar de conseguidas: dragones de colores y frases góticas. "Es que hoy se he empeñado en vestirse como yo", me decía Mario, y después me relataba orgulloso como el chaval el día anterior había enchufado a través de un puerto usb su pequeño portatil a la impresora del padre y había impreso un dibujo. "Toma papá, para ti" "¿Pero cómo has hecho esto?" Y Jorge, como la cosa más obvia del mundo le contesta: "Lo imprimí con tu impresora."
Mi amigo Fran en la mesa de al lado también me cuenta una historia curiosa que tiene que ver con el amor, la obsesión y la familia. Es de estas historias tan increíbles que tienes que especificar que son verídicas para que no sientas que es pura ficción.
Su amigo Pablo, en una fiesta de empresa conoce a otro empleado de esa empresa pero de otra tienda. Se gustan y se lían. Durante tres días están enrollándose. Pablo a la semana es atropellado y entra en coma. En el hospital, ya que en su dni tiene una dirección antigua, tardan varios días en dar con los padres. Por fin lo consiguen, y cuando los padres llegan allí, Pablo sigue en coma, pero a su lado está el chico con el que Pablo se había liado. Y ni corto ni perezoso se hace pasar por su novio, el gran amor de su vida. Los padres de PAblo no sabían que este era gay, así que Pablo sale del armario estando en coma. Una manera muy cómoda de que tus padres se enteren, sin duda. Está durante semanas en coma y el "amor de su vida" se hace íntimo de los padres que, a pesar del choque inicial, enseguida lo aceptan como un hijo, como uno más de la familia. Alguna noche dormirá en casa de Pablo, en su habitación (mientras Pablo sigue en coma en el hospital) y la madre le enseñará fotos y le contará historias de su infancia.
Pablo sale del coma y se encuentra al "amor" a su lado. Al principio le cuesta reconocerlo, luego ya cae, es el chico con el que se lió un par de noches. Como el "amor" casi no le da otra opción comienzan una relación que enseguida termina, apenas se conocían y el "amor" se había inventado a un Pablo que poco tiene con el real. La familia de Pablo se enfada un poco con Pablo cuando rompe con ese "niño tan majo", alguien que ya era de la familia. "Con lo que te cuidó, con lo que se desvivió por ti" Pablo flipa, claro.
Y mientras Ana Botella seguirá diciendo que las manzanas con las manzanas y las peras con las peras, pero a día de hoy, dentro del concepto familia, caben chicas que son abuelas, padres gays tatuados con hijos superdotados y otras más convencionales que aceptan al novio de su hijo en coma, y lo adoptan enseguida como yerno.
Y Wall-e, el robot de Pixar, se enamora de EVA y sueñan con pequeños robocitos. Mis robots de la foto seguro que también quieren ampliar la familia.
Yo, claro, tengo a Mazinger.

viernes, 15 de agosto de 2008

Familias


Vi la revista en el kiosko del hotel estupendo en el que pasamos el fin de semana en Maspalomas y no me pude resistir. Ahi estaban ellos presumiendo de dos nuevos miembros en la familia y dejándose fotografiar también con el resto de su tropa: ahora ya son tres niños biológicos y tres niños adoptados. En la entrega de los Oscar de este año el presentador bromeó al respecto. Dijo que la ceremonia estaba siendo seguida por 50 millones de personas en Africa y Asia, la mitad en proceso de adopción por Brad Pitt y Angelina Jolie. Ellos son la imagen de los actores solidarios, molones, entregados a la causa, conscientes de la suerte que han tenido en la vida, y queriendo compartir su fortuna con los más desfavorecidos. No son los únicos que adoptan, claro, y que deciden dar un hogar y una familia a niños que no la tienen. No son los únicos que quieren compartir el privilegio de haber nacido en el lado bueno del mundo con otros que tuvieron la mala pata de nacer en otro lugar. Mi amiga Verónica y su marido acogieron primero a una niña y dos años después a dos hermanitos. Su familia pasó de dos a cinco y yo no me quiero imaginar el vértigo que les tiene que entrar alguna noche y la de veces que habrán pensando: ay, madre, ay...

El hermano de Jesús y su mujer acaban de adoptar en Guinea a una niña enferma que ahora agoniza en un hospital de Jaén. En pocas horas o días morirá. Durante nuestro fin de semana de vacaciones Jesús se pasó todo el rato pendiente del móvil y cada poco le daban noticias:Sale de la UCI, está estable, le vuelve la fiebre, ahora no saben lo que tiene, todos los órganos están afectados, vuelve a la UCI, se acerca el final. Durante un mes el hermano y la cuñada de Jesús han dormido y han pasado las horas en el hospital desviviéndose por una niña que acababan de conocer. No saldrán en el HOLA, ni bromearán sobre ellos en la entrega de los Oscar. Pero no hace falta, no quieren ser héroes, ni tampoco se arrepienten de haber tomado la decisión de adoptar. Porque al menos durante estos meses han sido la mejor familia que esa niña podía tener mientras su vida se apaga.

Hay gente así, otros tenemos perro.

jueves, 7 de agosto de 2008

Fotos


Las fotos que veis aquí me las han dado esta mañana nada más llegar a la plaza. "Toma Carlos, tu Mazinger" Así me han saludado dos de las señoras con las que coincido todos los días a horas tempranas sacando al perro. Y otra señora me ha traído el periódico "Como está cerrado el kiosko por vacaciones así no te tienes que dar el paseo para comprarlo"
Y la dueña de Ina, ha llegado luego con cara de recién levantada y su buen humor habitual y nos ha saludado con un: "Hola familia"
Yo me voy tres días de vacaciones y creo que ya las empiezo a echar de menos.
A ellas y a los que el otro día intentaban sacarle a Mazinger de la boca un gorrión medio moribundo que había cazado de un bocado. ¿Qué hacia yo mientras los dueños intentaban salvar al pobre pájaro? Yo gritaba, entre espantado, asqueado y admirado. No consiguieron arrebatárselo y Mazinger se lo tragó enterito, con sus plumas, su pico, sus huesecillos, su sangre caliente... Estuve todo el día con miedo a que cagara plumas, pero no, se ve que los jugos gástricos hicieron bien su trabajo.
A todos los paseadores de sus perros los echaré de menos el fin de semana en la playa. Ellos son lo mejor de estos días de canícula insoportable. Ellos y el fresquito de las mañanas y también sus perros juguetones que aprovechan al máximo esos minutos antes de que lleguen los 37 grados a la sombra.

lunes, 4 de agosto de 2008

Mantra


Los alcoholicos anónimos y otros adictos acaban sus reuniones con un mantra: "Señor dame la tranquilidad y la paciencia para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor y la fuerza para cambiar las cosas que sí puedo y la sabiduría para distinguir la diferencia"

Crecer, madurar, es algo así también. Aprender a distinguir la diferencia. No angustiarse por lo que no podremos conseguir, pero a la vez seguir deseando mejorar. Encontrar ese equilibrio, discernir entre lo imposible y lo posible.

Yo, que siempre presumía de aceptar mis limitaciones, este fin de semana he desandado parte del camino. De alguna manera podría decir que he decrecido.

Este fin de semana me ha costado ver la diferencia. ¿Encontraré el camino? Ya podía ser el camino como el de esta foto, recto y hacia arriba. Pero no.