martes, 27 de octubre de 2009

After

Ayer vi After, y no dejo de pensar en ella. Es sin duda una de las películas del año. Valiente, dramática, intensa, rodada con una maestría y un pulso apabullante, y con tres actores en estado de gracia. Con una visión de la vida muy deprimente que yo no acabo de compartir, pero que entiendo perfectamente. El guión va hasta lo más extremo, y la historia se construye a base de detalles, a veces intensos, a veces sutiles, a veces cargados de tensión y otras de lirismo. Y hacía mucho que no veía un dibujo de personajes así. Envidia malsana que tengo. Los tres protagonistas están sublimes, en serio. Y Blanca Romero guapísima, creíble, salvaje, si no la nominan al Goya yo ya no entenderé nada. Hay un momento de la peli donde pone firme a un perro, y acojona. Yo desde ayer ya amenazo a Mazinger de esta manera: ¡O te portas bien o te traigo a la Romero!

lunes, 26 de octubre de 2009

De la semana en NY

Sé que estoy un poco plasta con los post de NY. Este será el último, lo prometo. Y por eso he decidido colgar el videoclip que acabamos de montar ayer Miguel y yo. Lo grabamos durante nuestra semana neoyorkina y para haberlo hecho mientras turisteábamos yo creo que nos ha quedado bastante apañao. La canción es de Miguel y está producida por Joaquín. Sonará en el capítulo de Física o Química de esta semana. De ahí que nos hayamos dado prisa en acabarlo porque queríamos que lo pudierais ver durante estos días.
Mientras lo grabábamos yo bromeaba con Miguel diciéndole que nos iba a quedar muy Marisol en Río, todo planos de la ciudad y él cantando en cada rincón de Manhattan. Pero yo creo que al final se parece más a un capítulo de Anatomía de Grey (la clave del parecido nos la dio Guille y nosotros nos inflamos de orgullo al oírlo) que a una peli de Marisol. Y eso es sobre todo mérito de la canción.
A ver qué os parece.

http://www.youtube.com/watch?v=YuJvUELBBH0

viernes, 23 de octubre de 2009

Ejerciendo el cosmopolitismo


Miguel, mi partenaire de viaje, (qué gran semana, y en inmejorable compañía) me ve con buenos ojos y me sacó esta foto en la que no sobra ni un taxi amarillo. Y en la que yo parezco casi cosmopolita.

Anthony


Yo a Anthony le llamo Anzoni. En realidad esa th se pronuncia más o menos como una t que se escupe. ¿Pero cómo voy yo a escupir una letra del nombre de Anthony? Porque después de haberlo maldecido, perseguido, añorado, querido, ahí seguimos, encontrándonos y rencontrándonos por distintas ciudades y distintos países. Prometí ir a verlo a París, pero al final no pudo ser. Y de ahí que yo haya vuelto NY, esa ciudad en la que la última vez nevaba y yo lloraba Broadway pa abajo y Broadway pa arriba. También hubo primavera y sol. No todo fueron calamidades y no todo fue aprender y desaprender inglés. Nueva York y yo somos mucho más que eso, señora. Y NY y Anthony ni te cuento.
Anthony pronuncia mi nombre y el de todos sus amigos españoles con un acento español perfecto. El cabrón es bilingue y en proceso de ser políglota de cuatro idiomas. Su hermana, cuando él habla de alguno de nosotros y pronuncia nuestros nombres en perfecto idioma extranjero (para su hermana, claro), se mosquea. ¿Cómo que Carlos, será Caahlos? Y Anthony le explica que no, porque igual que se enorgullece de tener amigos que no escupen su t, también se enorgullece de llamarlos por su verdadero nombre. Aprendió español en España, aunque ahora tiene un ligero acento mejicano, debido a su familia mejicana, con la que se reencontró cuando aprendió su idioma. Siempre nos reimos de él por ese acentillo pendejo, pero yo me enorgullezco de que haya aprendido un idioma para rencontrarse con su familia y su mitad latinoamericana. Y para que él y yo podamos entendernos en dos idiomas. Aunque pasen meses sin contacto entre nosotros, sólo necesitamos dos minutos para volver a estar donde lo habíamos dejado. En inglés y en español. Y ahora ya sin nieve que nos separe.

Paseando por las calles


Paseando por las calles también te puedes encontrar en el barrio de Meatpacking un cartel como el de la foto. Estuve en Los Angeles cuando Obama ganó las elecciones y unos días después de que le dieran el Nobel de la paz, yo encuentro este cartel irónico en NY.

Efecto óptico NY


Paseando por las calles de NY te encuentras con edificios y camiones, y a veces los edificios y los camiones provocan este efecto. Tuve que hacerle una fotografía. El puente de Brooklyn se convierte en la escalera de incendios.

martes, 20 de octubre de 2009

Halloween


Hizo un tiempo de perros, un tiempo de Halloween. Frío, lluvia, oscuridad. Pero a pesar de ello lo disfrutamos y lo celebrammos como si de Halloween se tratara. Al mal tiempo buena cara, y ante la muerte, halloween. Toda la ciudad estaba decorada como en la foto. Los neoyorkinos son excesivos para todo, en febrero están todo el mes a vueltas con los corazones de enamorados, en diciembre con la navidad de una manera enloquecedora, y en octubre, halloween. Quizás sea el mejor motivo para inundar la ciudad, o al menos el más curioso, todo lleno de telarañas, calaveras, zombies y vampiros. Y calabazas, muchas calabazas. Y tan sonrientes como estuvimos nosotros toda la semana.

Objetos


En la planta dedicada al diseño del MOMA en NY, hay varios objetos de diseñadores españoles, y también el típico mechero de toda la vida, que resulta que se creó en 1972, el año que nací yo, o sea que no es de toda la vida, pero sí de toda mi vida. Yo, que no soy de museos, me canso enseguida de recorrer plantas admirando cuadros, reconozco que siento cierta debilidad por el MOMA, tal vez simplemente por el snobismo de que está en Ny, por la arquitectura del edificio y las vistas a la ciudad,o tal vez porque eleva a categoría de arte objetos cotidianos como un mechero. Eso es algo que comparto a pies juntillas. Hay objetos que son tan perfectos en su diseño que hacen del mundo un lugar más bonito. Y hay objetos que nunca me canso de mirar y que atesoro cual gollum codicioso. Pienso en mi ipod, en mi camara canon, en un abrigo de Sixley que me compré hace un par de años, en mis zapatillas nike rojas, nunca tuve unas zapatillas tan bonitas, en unas cuantas figurillas de plastico que adornan mi estantería, y en esta de la foto, la ultima adquisición de NY. Un zombie como tantos que adornaban los escaparates de la ciudad que durante un mes celebra la fiesta de Halloween. Desde ayer está aquí, acompañandome mientras escribo. No sé si alguna vez formará parte de la colección del Moma, pero ya forma parte de mi colección de objetos preciados.

jueves, 8 de octubre de 2009

Estreno


Sentado en la butaca de la sala 25 de los cines Kinepolis, aguardando a que proyectaran Agora, y con la sala abarrotada de celebridades, políticos, gente del cine, de la tele, de la literatura (de Vargas Llosa me separaban dos butacas, tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no abordarlo cual fan histérico), de la música, algún que otro aristócrata, deportista… no pude evitar pensar lo que pienso siempre en cada estreno de Alejandro, qué capullo, lo ha vuelto a hacer. Otra vez ha conseguido que el estreno de su peli sea el evento del año. Y entonces sin querer, no soy yo muy dado a mirar atrás, vuelvo a recordar esos días en la facultad, donde un canijo Alejandro siempre decía: yo voy a ser director de cine, yo voy a ser director de cine. Y voy a ganar un oscar y… Y todos que sí, hombre que sí. Pues hala, 18 años después asistimos al estreno multitudinario de su quinta película y es verdad, el canijo ha ganado un oscar.

A fuerza de verlo a diario, o casi, y a fuerza de compartir 15 años piso con él, se me olvida que Alejandro es ese director capaz de manejar un presupuesto de 50 millones de euros sin inmutarse, sin que le tiemblen las piernas. Me acuerdo (ya os he dicho que me he puesto nostálgico, lo siento) de la visita que hice al plató de Los otros, cuando estaban levantando el decorado y yo, muy impresionado por ese despliegue de medios, le dije: ¿oye, a ti no te acojona que todo esto se haya montado porque tú un día escribiste algo así como: casa palaciega, interior día? Y el me miró y me contestó con un escueto: Ah, pues no. Qué le iba a acojonar, él estaba demasiado absorto ultimando detalles como para perder el tiempo en miedos absurdos.

El año pasado cuando fui a Malta a visitarlo antes del rodaje y vi los decorados, esta vez no era una casa lo que estaban construyendo, ¡era Alejandría! , le repetí la misma pregunta: ¿No estás acojonado? Me volvió a decir que no. Y yo pensé, en el próximo rodaje ya no se lo pregunto, que parezco imbécil. Aunque después confesaría que el primer día de rodaje con miles de extras, le temblaron un poco las piernas. Un poco. Vamos, lo mismo que a mí cuando un semáforo se pone en rojo y no sé si me dará tiempo a frenar.


Veo la película por cuarta vez. Y en cada visionado es distinta. Y me doy cuenta de repente de algo que estaba ahí delante de mis ojos y que no había visto aún. Alejandro es como Hipatia, tiene la misma determinación, la misma capacidad de ver las cosas desde otro punto de vista, la misma capacidad de trabajo (tan abrumadora que yo a veces me cansaba sólo de verlo trabajar) el mismo tesón, y ese talento que hace que mirando las estrellas, donde los demás sólo vemos puntitos luminosos, él descubra que la tierra gira alrededor del sol.

Ahora arreciarán las críticas, los fundamentalistas se escandalizarán, los más reaccionarios también, los pedantes dirán que esto o que lo otro, pero yo sabré y casi todos también, que Agora es la prueba de que Alejandro es uno de los tipos más superdotados no sólo de nuestra limitada industria cinematográfica, sino del cine en general. Porque en ese cuerpo tan canijo, aunque ahora fibrado y definido, como decía Gregorio Belinchón en la entrevista que le hizo el otro día, cabe todo el valor del mundo para asumir un nuevo salto mortal en cada película. Y sin que le tiemblen las piernas. Agora es la evidencia.

domingo, 4 de octubre de 2009

Gente con perro

Salgo ayer de casa por la tarde para comprar el último regalo para la fiesta de cumpleaños de Jesús, Antonio, Luis y Cintia que celebrarán esa noche, y en la calle San Vicente Ferrer me encuentro con Nani y Shaila que van a arrastrando a un perro enorme y con pinta de fiero. Ellos tienen a Hulk, un perro por el que Mazinger siente devoción y que es un santo bendito, le aguanta a Mazinger lo inaguantable. (Atención a los nombres de nuestros perros, somos una generación marcada por la tele, los comics manga y marvel) Este perro que arrastran no es Hulk, es otro. Me fijo y me doy cuenta de que es uno de los perros de un chico ruso, un mendigo que duerme desde hace un mes en la plaza. Shaila me cuenta que la policía lo detuvo anoche, que está en la cárcel, al parecer le pidieron los papeles y al hombre no se le ocurrió otra cosa que liarse a puñetazos. Los perros se han quedado a cargo de otros amigos mendigos, pero estos mendigos piden de 4 a 10 por los semáforos y no se pueden hacer cargo de él. A mí eso de que tengan un horario tan fijado para pedir, me llama la atención. Y que no se puedan llevar al perro a pedir con ellos también. El animal se niega a caminar, (Shaila le ha tenido que poner un bozal porque empezaba a gruñirle demasiado) y Nani lo arrastra con paciencia y con un señuelo de carne para que vaya siguiéndole. Yo tengo miedo de que aún con el bozal le salte al cuello, porque el bicho asusta un rato. A pesar de su mal aspecto, Nani y Shaila se harán cargo de él hasta la noche.
Yo me despido y al alejarme no puedo evitar pensar que mientras haya gente como ellos, el cambio climático, las guerras, el hambre, la codicia, el odio, el pesimismo, las pandemias, los capullos, los tiranos, no podrán con nosotros.
A lo mejor es simplemente por eso por lo que la humanidad aún no se ha extinguido, porque hay buena gente que es capaz de cuidar de perros fieros cuando sus dueños están presos.

Agora

Por si os lo perdisteis ayer en Informe Semanal:

http://www.rtve.es/mediateca/videos/20091003/agora-alejandro-amenabar-pelicula-espanola-mayor-presupuesto/598621.shtml

Mercedes Sosa

Busco en el spoty sus canciones, abro los seis balcones de mi casa, pongo a todo volumen los altavoces de mi mac, y su voz suena atronadora. Despierta Malasaña, que Mercedes ha muerto.
Bon voyage.
Y que siempre vuelvas a los mismos sitios donde amaste la vida.

Madrid

Paseo con Mazinger por la calle Churruca, Apodaca, la plaza de Barceló, Fuencarral… Es domingo por la mañana, las calles están recién regadas, y es uno de esos días luminosos y de temperatura perfecta de Madrid. Uno de esos días de otoño benigno. Apenas hay gente por la calle, sólo algunos dueños con sus perros, algún padre con sus hijos, otros que pasean con el pan y el periódico debajo del brazo y veo a un par de trasnochadores que intentan disimular que salen del último garito y que llevan mil copas en el cuerpo. De repente en Bilbao me topo con miles de ciclistas, padres con sus niños, jóvenes, adultos, que disfrutan de las calles cortadas para intentar olvidar tal vez que a Madrid no le han dado las olimpiadas. O que a pesar de que no se las hayan dado, Madrid sigue siendo Madrid. Y que en mañanas como esta uno no le tiene envidia a Río. Y eso que Río es Ipanema y Copacabana, Río es la vida en la playa, donde se juega, se come, se entrena, Río es la alegría de los cuerpos, los zumos de frutas tropicales recién exprimidos en cada esquina, la vegetación exuberante que se cuela hasta en el asfalto y llega hasta la arena, la geografía caprichosa con esas montañas entre nubes, la laguna en medio de la ciudad, los paseos en bici (¿Te acuerdas, Anthony, lo acojonado que iba yo por esas calles?), la feijoada… (Qué manera de comer, ¿eh, Darío?) ¿Cómo no le iban a dar las olimpiadas a Río De Janeiro? Pero hoy, esta mañana, a pesar de que sólo tengamos la Puerta de Alcalá, el Palacio Real, cuatro rascacielos, un Manzanares que más que un río es un proyecto, y también obras, atascos, zanjas y andamios, hoy, reivindico el terruño, y los domingos al sol de Madrid. Mi ciudad desde hace 19 años ya. Mi ciudad sin olimpiadas.

jueves, 1 de octubre de 2009

Escribir

Me encuentro con un amigo que está escribiendo su segunda novela y me dice, oye, ¿a ti escribir no te parece un horror? ¿un trabajo de la leche? Yo sonrío y le digo que sí, que a veces, pero que otras mola un huevo. Y él me continúa diciendo, “no, si a mi crear la historia en mi cabeza me encanta, que todo vaya encajando, ver cómo son los personajes y cómo van evolucionando, pero lo terrible es ponerse a escribir” Yo me río. Cuánta razón tiene, pienso. Y me acuerdo de Truman Capote y de su última novela inacabada, y de que a todo el mundo le decía que la tenía escrita en su cabeza, que sólo tenía que pasarla a papel. Y nunca terminó de “pasarla a papel”. Y también me acuerdo de otros escritores, que se refugiaron en conventos, o en islas o pueblos remotos, para aislarse y escribir. Y otro, creo que el genial Vargas Llosa que decía que le apasionaba Madrid pero no podría vivir aquí porque había siempre mil distracciones y mil excusas para no ponerse a escribir.
Hay días en que cuesta muchísimo ponerse, es verdad. Pero el truco es hacerlo. Todos los días, sin excusas de que te duele la cabeza, de que tienes otras cosas más importantes, de que un amigo está en el hospital (yo he llegado a visitar amigos al hospital que hacía años que no veía, sólo por retrasar el momento. Exagero, exagero, pero es para que pilléis la idea), etc. El momento más crítico es cuando por las mañanas te sientas a escribir y después de tu ritual de meterte en Internet en las páginas que te gustan, revisar el correo, saludar a un par de amigos en línea,desayunar por segunda vez, no puedes retrasarlo más y toca ponerse. Y de repente sientes que tu cerebro está vacío, yermo de ideas. Y dices, ni de coña, de aquí hoy no sale nada. Mejor me inspiro leyendo un rato, o viendo un capítulo de algo. No, error, si haces eso, ya has perdido parte del día o el día entero. Tienes que ponerte, aunque en tu cabeza no haya nada. Aunque te duela, o aunque las palabras se escapen de tus dedos y no atines con las teclas. Tienes que ponerte. No queda otra. Sólo así se escribe.
Yo gracias a ese método, el método de ponte aunque no haya nada, llevo ya 190 páginas de la novela. Como a veces incumplo el método, no llevo las 230 que tenía pensado haber escrito ya por estas fechas, pero tampoco me voy a castigar porque nunca había llegado tan lejos.
Hoy, ya lo podréis intuir, es uno de esos días en que parece que en le cerebro no hay nada, y por eso me he entretenido escribiendo esta entrada en el blog. Pero hoy no voy a rendirme, porque yo llego a NY con más de 200 páginas escritas como que me llamo Carlos.
Y sí, también estaréis pensando, de qué sirve la cantidad si no ha hablado de la calidad. Bueno, he de deciros que cuando empecéis a leerla no pararéis hasta el final. Y ese era el objetivo. Que los críticos luego me pongan a caldo. Con Física... ya me he curtido. (Gran capítulo el de ayer, por cierto. ¿Por qué nunca dicen nada esos críticos cuando un capítulo queda así de redondo? Ay...)