miércoles, 27 de mayo de 2009

La nieta

Le había prometido a su nieta el mejor regalo del mundo si aprobaba todo en junio. La nieta lo aprobó todo y el abuelo tuvo que cumplir. Le dejó elegir el regalo. Ella quería una bicicleta con forma de Harley Davidson, con el manillar enorme y mucho más alto que el sillín que iba casi pegado a la rueda de atrás, tres veces más ancha que la rueda de adelante. Como una de esas bicicletas que conducían algunos chavales negros del Bronx en las películas americanas.
-¿Pero esas bicis las encontraremos en Madrid?
-Claro, abuelo, hay una tienda en Malasaña donde las venden.
-¿En Malasaña?
El abuelo hacía muchos años, muchos, que no iba por esa zona de Madrid. Allí conoció a su mujer, medio siglo atrás. Medio siglo, ay. No había vuelto. Sabía por la tele y los periódicos cómo estaba la zona, llena de grafittis, tomada por los jóvenes, y más bulliciosa que nunca. Aunque nada de eso le había alejado de allí, era más bien el miedo a sentirse un viejo en donde había aún tanta vida, y tan distinta a como él la recordaba. Como un cuarentañero que no se atreve a visitar su antigua facultad para no sentirse mayor al lado de tanto chaval de veinte.
Pero le había prometido el regalo a su nieta. Y tenía que cumplir.
Qué regalo más extraño para una adolescente. Siempre había sido una niña especial, tal vez porque era china, su hijo y su nuera la habían adoptado con 2 añitos. Fue un infierno todo el proceso. Y ella desde el primer día había demostrado un carácter raro. Muchos se lo achacaban a sus orígenes y a lo mal que lo debía haber pasado, pero el abuelo prefirió no indagar mucho y no buscar una razón para su personalidad. Le gustaba pensar que era así porque era única, no porque fuera china.
Y ahora su nieta china quería una bici de chaval negro del Bronx. A su nuera le iba a encantar el regalo, iba a poner el grito en el cielo. Y eso de alguna manera le divertía.
Llegaron a la tienda y su nieta le señaló la bici. Se sentó en ella.
-¿Qué tal estoy? ¿mola? ¿me queda bien?
-Pues, no sé… no es un vestido, no sé si te tiene que quedar bien…
-¿Pero tú me ves en ella o no, abuelo?
-¿Sabrás manejar ese cacharro?
-Pues claro.
-Te queda estupenda, entonces.
Y la nieta china sonrió.
-Qué grande eres, abuelo.
La nieta se acercó a su abuelo y le dio un beso. El dependiente, un chico tatuado de los pies a la cabeza y con siete piercings distribuidos por toda la cara, sonrió al ver a esa china tan contenta besando al anciano. Formaban una estampa curiosa.
Mientras el abuelo pagaba la bicicleta, el precio era completamente abusivo pero no rechistó, la nieta saludó a una adolescente rubia de su misma edad y que aún debía llevar en su cara más piercings que el dependiente. La adolescente rubia besó en los labios a su nieta. La nieta miró a su abuelo y enrojeció.
-Abuelo, ¿conoces a Tania? Es… mi novia.
El dependiente bajó la vista, porque aunque no se quería perder detalle de la reacción del anciano, se sentía muy incómodo presenciando ese momento.
-¿Tu novia…?
Tania se acercó a él y le plantó dos besos.
-¿Qué tal? Qué enrollado eres, comprándole la buga a Jan.
-Sí, a ver qué dice su madre de todo esto.-Fue lo único que acertó a decir.

La nieta estaba esperando alguna reacción más por parte del abuelo, pero este simplemente le dio un beso apurado y decidió dejarlas solas.

Se puso a caminar por las calles de Malasaña. Tenía mucho que digerir, entre otras cosas que había vuelto a ese barrio 30 años después para comprar una bici del Bronx a su nieta china lesbiana.
Bueno, así era la vida, pensó mientras contemplaba un graffiti de un lagarto verde.
En una terraza del Dos de mayo pidió una caña y se indignó cuando le cobraron 4 euros.

martes, 26 de mayo de 2009

El detective y la crítica literaria

Contrató un detective privado y a una crítica literaria para que rastreara entre las novelas de su hijo, aquel que abandonó cuando era un chaval, alguna pista sobre su vida. El detective y la crítica literaria trabajaron codo a codo, mano a mano. Y entre ellos surgió el amor, porque ya se sabe que el roce hace el cariño. Pero del rastro del escritor, de la verdad de su vida, nada. Todo era falso en sus novelas.

Spotify

Gracias a Jesús he descubierto el Spotify, un programa estupendo que viene a ser como una radio a la carta. Toda la música del mundo a tu alcance. Además es legal porque la música la puedes escuchar pero no la puedes descargar. O sea como en una radio. Y al igual que hizo Jesús, a mí también en los dos primeros días me dio por la nostalgia, así volví a escuchar canciones estupendas de Ana Belén en Río, alguna de Mocedades… alguna de Serrat (sí, todos tenemos un pasado) Qué extraño que algo tan moderno como el Spotify (hasta el nombre suena moderno) sirva para recuperar el pasado. Gracias al spoti (así en diminutivo porque ya es de la familia) mi casa se llenó de la alegría y las voces del pasado. De ahí venimos, qué bien recordarlo a veces.
Jesús, Salud, Joaquín, Chavela y yo, ya habíamos recuperado ese pasado en alguna de nuestras cenas de ensaladas, queso, jamón, marihuana y whisky (ahora nos hemos pasado a la ginebra) Me acuerdo de una en concreto donde en plena euforia etílica nos dio por cantar casi todo el repertorio de Mocedades y decidimos hacer un musical con todo eso. Qué divertido fue inventarse una trama disparatada que sirviera de hilo conductor desde Secretaria, secretaria, al Ay, amor, pasando por Y los muchachos del barrio la llamaban loca.
Ayer también cenamos los mismos y tres más y volvimos a recordar nuestro pasado musical, porque entre otras cosas les conté uno de los proyectos disparatados con los que me están asediando desde todos lados ahora que saben que me voy. Me proponen un musical para aprovechar el tirón de Física o química, que no pienso escribir, entre otras cosas porque yo sólo puedo pensar en musicales cuando la vida es lo más parecido a un musical, es decir, cuando estoy entre risas con mis amigos, sentados a una buena mesa, con un vino rico y delirando gracias al alcohol. Sólo en momentos así uno se puede arrancar a cantar.
Y ayer les contaba el proyecto del musical y la idea que me había dado Agustín el día antes, que entusiasmado ante la locura de la propuesta me animaba a que la hiciera. El argumento es muy fácil, me decía: Tú sólo tienes que hacer que los chavales protagonistas se encuentren a Nacho Cano y no le reconozcan. Este se enfada porque no se puede creer que ya no sea famoso y les canta una canción de Mecano para demostrarles quién es. Pero los chavales, nada, ni les suena. Nacho Cano no se lo cree y les canta otra. Y los chavales tampoco, ni idea. Y así hasta 20 canciones. Y ahí ya tienes el musical, me dice Agustín. Y yo para ponerle un final grandioso le digo, y como última canción y harto ya de no ser nadie para las nuevas generaciones, Nacho Cano les canta una de Nena Daconte y ahí todos los chavales gritan al unísono, esa sí, esa sí la conocemos.

Ante el disparate, sólo un disparate mayor. Y ante los días grises, sólo el musical de una cena con amigos. Y ante los piratas de Internet, el spoty. Yeah.

sábado, 23 de mayo de 2009

La hija

-Ay, nena, nena, que no puedes estar así. Que tienes que tirar para arriba, mujer, que ya pasó mucho tiempo.
-¡Déjame! No puedo, es que no puedo, ¿tú crees que yo quiero estar así? Pero no puedo.
Y ella se hizo un ovillo en la cama y volvió a gimotear. El padre la miró sin saber qué hacer. Un día más. El padre fue a por su mujer, estaba en el salón, buscando debajo del sofá uno de los camiones de su hijo pequeño.
-Tenemos que hacer algo, Rebeca, la niña no levanta cabeza. Yo es que me encuentro a ese desgraciado y… hoy pensé que lo había visto y me entraron unas ganas de acercarme a él y cruzarle la cara… Pero no era él.
-¿Y eso de qué iba a servir?
-Ya, ya… ¿Y sus amigas? ¿Por qué no queda sus amigas, salen, se divierten? Algo habrá que le apetezca hacer y se vaya quitando al otro poco a poco de la cabeza.
-No quiere, yo ya no sé qué más decirle.
-Pues tiene que querer, tiene que poner de su parte, caramba.
El padre tenía el corazón encogido, de impotencia, de ver así a su niña. Y también empezaba a estar muy harto. Todos los días igual. En vez de ir para arriba, ella se hundía más y más en un pozo negro.
-Esto es culpa nuestra, lo sabes, ¿verdad?
La madre ya con el camión en la mano le miró sin entender.
-Culpa nuestra por qué, ¿por dejarle salir con él? ¿y qué íbamos a hacer?
-No por eso, por mimarla demasiado, por no endurecerle el corazón. Es como una princesita, yo no sé a quién salió.
-Antonio, qué cosas dices, endurecerle el corazón. Ya se le pasará.
-¿Y si me la llevo a trabajar conmigo?
-Yo encantada, pero como no la arrastres…
-Esto mi padre lo hubiera arreglado con dos cachetes.
-Sí. Y lo hizo y ¿te sirvió de algo?
-¿Qué?
-¿Tú no estuviste así tres meses cuando yo te dejé?
-Mujer… No fue igual… yo…
-No fue igual porque volví contigo...
Y entonces Antonio recordó lo que dolía y que no había dolor parecido. Bueno sí, cuando había muerto su padre, el de los cachetes, ahí el dolor había sido igual de devastador, de sordo, de implacable. Un dolor que todo lo abarcaba, cada minuto, cada hora, cada día, durante semanas eternas y que cubría cada centímetro de su cuerpo, pero se intensificaba en el estómago y en las manos. Y no había consuelo. No había manera de hacerlo callar.
-¿Y si la llevamos al sicólogo? ¿o…?
Y entonces se le ocurrió.
-¿Y si le voy a ver y le convenzo para que vuelva con ella?
La mujer le sonrió.
-¿Ahora quieres convencerle de que vuelva? Hace un minuto le querías cruzar la cara.

-¡Mamá!
-Voy…

La madre entró en la habitación de su hija.
-¿Duermes conmigo esta noche?
-Hija… que tengo a tu padre abandonado, que no puedo estar durmiendo noche sí y noche también contigo.
-Mamá, es que no sé…
-No, hoy llamas a Raquel, o a Marta y sales con ellas. Te emborrachas, llegas tarde, y tu padre a lo mejor hasta te da un poco de su marihuana…
-Mujer… -se adelantó Antonio- la marihuana es para lo mío, mejor le dejo el coche… Pero que una de tus amigas no beba. Tú sí, tú bebe, que con alcohol uno al menos se preocupa de vomitar o de no vomitar y el caso es tener la cabeza ocupada…
La hija le miró sorprendida.
-Anda, que me dais cada consejo…
Y sin más se puso a llorar. La madre miró a Antonio de manera recriminadora.
-Si es que es verdad, Antonio…
-¿Qué? ¿Y ahora qué? ¿ahora qué he dicho?
Entonces Antonio volvió añorar a su padre. Que lo hubiera arreglado todo con dos cachetes. O no.

viernes, 22 de mayo de 2009

Ahora que me voy

Ahora que me voy el cansancio no me deja dormir por las noches, la alergia tampoco ayuda.
Ahora que me voy tampoco duermo por las noches debido al vértigo de este nuevo rumbo en mi vida, y el runrún de si estaré haciendo lo correcto.
Ahora que me voy me doy cuenta de todo el trabajo realizado, de lo bien que lo supe llevar casi siempre, aunque no siempre.
Ahora que me voy entiendo por qué me han pagado tan bien, me lo gané.
Ahora que me voy no quiero cenas de despedida, ni abrazos ni palabras rimbombantes, me sentiría ridículo, porque me daría cuenta de que este ha sido el mejor proyecto de mi vida, el mejor trabajo de mi vida, en donde más disfruté y mejor me entendí con el equipo, no sólo de guionistas, también con el resto del equipo, con producción ejecutiva, con dirección, con maquillaje, con vestuario, con arte, con el músico, con los actores, y entonces, me asaltaría la duda, si tan bueno fue, ¿por qué me voy?
Me voy porque estoy cansado, me voy porque estoy vivo, me voy porque me lo he ganado, me voy porque soy así. Me voy porque si no me voy tampoco sabría quedarme. Me voy para mirar desde otro punto de vista, para descontaminarme, para descubrir que hay vida más allá de la adolescencia, aunque mi marcha pueda parecer muy adolescente. (Es lo que leo en los ojos y en el gesto de todos los de la productora y de la cadena: ¿Pero a ti qué bicho te ha picado? ¿Cómo es que te vas? ¿Cómo te ha dado ese arrebato tan de niño pequeño o tan de artista?)
Me voy. Ea, por fin, me voy.
Ha sido un placer. Y un dolor de huevos.
Ha sido intenso. Ha sido duro. Ha sido tan divertido.
Y sobre todo ha sido. Porque ya no estoy. Porque ya me he ido. Bueno, en cuatro días, pero mi corazón, mi mente, y mis pelotas, ya están en otra parte.
Que dios reparta suerte, y va por ustedes.

lunes, 18 de mayo de 2009

Paréntesis

El otro día hablando sobre la muerte de Antonio Vega, me refería a la vida como ese paréntesis que va entre la nada y la nada. Hoy que se ha muerto Benedetti (espero que mi blog no se convierta en un obituario) en uno de sus últimos poemas también utilizaba el mismo símil, pero con más gracia, claro: "lo mejor es abrir el corazón/y llenar el paréntesis con sueños"
Por algo siempre fue, entre otras muchas cosas, el defensor de la alegría.
Bon voyage.

domingo, 17 de mayo de 2009

Entrevista

Mañana entrevisto a Anne Hathaway. Estoy atacado. La primera vez que la vi fue en esa cosa tonta llamada Princesa por sorpresa. Y ahí ya me impresionó. No sólo por su belleza, había algo camaleónico y también contradictorio, era cercana y era distante. Estaba perfecta en el papel, podía ser la chica de al lado y al final de la película convertirse en una princesa de cuento de un país absurdo tipo Mónaco. Seguí su trayectoria, la segunda parte de Princesa por sorpresa, Brokeback Mountain, El diablo viste de Parda, Passengers, y por supuesto La boda de Rachel. Si quedaba alguna molécula en mí que aún no la adoraba, con esa peli, la devoción fue total y absoluta. Normal que la nominaran al oscar. Qué interpretación, qué fragilidad, qué tortura interior, qué manera de plasmar la profundidad sicológica. ¿Cómo podía lograrlo con esa cara tan limpia, con esos rasgos tan puros y simétricos de portada de revista femenina tan alejados en principio de cualquier asomo de complejidad existencial?

Cuando en el semanal hablaron de la posibilidad de entrevistarla yo no dije nada. Por un lado me moría de ganas pero a la vez temía el cataclismo. Porque no estaba seguro de poder sentarme enfrente de ella y comportarme como un periodista profesional. Temía ponerme a gritar en plan fan histérico. Así que me callé, mejor que la entrevistara otro. Pero claro, yo que no soy nada discreto con mis afectos y gustos había comentado a todo el mundo una y otra vez lo mucho que me gustaba la chica. Sólo me faltó cantar: “Enamorado estoy, dime tú lo que me has dado” Si es que no me había ahorrado ni un solo adjetivo laudatorio. Así que la redactora jefe me endosó a mí la entrevista, con una gran sonrisa y creyendo que me estaba haciendo el mejor regalo de cumpleaños. Tienes tres páginas, me dijo. Y desde ese momento estoy temblando. Hasta dudo de que mañana pueda decir algo coherente en inglés, yo, que soy bilingüe. ¿Qué le voy a preguntar? ¿Qué se le pregunta a un mito? Tengo media hora para hacer una buena entrevista. Los de la distribuidora y sus agentes no nos dan más a cada entrevistador. ¿Cómo la puedo impresionar en media hora? No, no. Sé que eso es enfocar mal mi trabajo. Yo no la tengo que impresionar, tengo que sacar una buena entrevista. Nada más. Amena, interesante, y si puede ser un puntito diferente, genial, pero si no tampoco pasa nada. Lo importante es que sea amena. No tienes que impresionarla, tatúatelo en la frente si es necesario. Y olvídate de enamorarla. En media hora no hay tiempo. Y no estás en Notting Hill. Las estrellas no se enamoran de tenderos, ni de periodistas. Nunca. Sé que esta noche no dormiré. Y mañana iré ojeroso a conocerla. Espero que aún me quede algo en ese corrector de ojeras que le robé a Marta.
Me voy a la cama. Mañana os cuento.

Vuelvo de la entrevista. Efectivamente dormí fatal toda la noche. Y no quedaba corrector de ojeras. Los de la distribuidora me dieron sólo 20 minutos de los 30 prometidos. Me senté enfrente de ella. Estaba atacado. Ella apenas me miró. Le hice la primera pregunta con un temblor de alcohólico que aún no se ha tomado la primera copa. Me contestó casi con monosílabos. Y ahí me di cuenta de una cosa, y fue liberador, esa chica me interesaba cero patatero. Años fantaseando con este momento y de repente esa chica no me decía nada. No me sugería lo más mínimo. Era muy guapa, sí, pero como tantas que había entrevistado. No era especialmente tonta ni desagradable y cumplía con su trabajo, sí, pero no había ni rastro de todo lo que me había enamorado de ella. Sin guión que defender era una más. Otra chica más.
Así que me relajé e hice una entrevista estupenda. Improvisando preguntas sobre la marcha porque en ese momento todas las que llevaba preparadas me parecieron absurdas.

En el trabajo me felicitaron y mi jefa les dijo a todos que en cada pregunta se notaba la adoración que sentía por la chica y que eso había quedado muy bien reflejado en el texto.
No la quise contradecir, pero no podía estar más equivocada.

Llevé la chaqueta de la entrevista a la tintorería porque después de que saliera de estar con la Hathaway tuve un pequeño incidente con un vaso de vino. En la tintorería me dieron la chaqueta y una tarjeta que al parecer estaba en un bolsillo. En la tarjeta había un teléfono escrito a mano y tres palabras:
Call me. Anne.
Vaya.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Opio

Nuestro crítico más furibundo, nuestro querido Esparza, después de habernos dedicado calificativos como comadrejas, o profetas del apocalipsis, esta vez nos llama expendedores de opio. Qué grande.
Y ya van 4 críticas demoledoras, pero con mucho arte. En cada insulto yo noto la admiración. Somos su droga dura. Él no quiere pero cae. Somos sus dealers, sus camellos, y aunque se lo dejamos a bajo precio, (unos cuantos anuncios publicitarios) él se queja porque necesita la dosis y no, no, no, no.
¿Opio? ¿De verdad?
Este hombre se está ganando a gritos un día en el plató. O el cojín secreto de Física o Química.

De un lugar perdido

Busco entre los cds todos los que tengo de Antonio Vega. Están llenos de polvo. ¿Cómo puede ser si siento que sus canciones nunca han dejado de acompañarme? ¿Cómo puede ser que esos cds no los haya pasado al itunes? ¿Cómo puede ser que haya polvo sobre canciones que están tan vivas?
Ultimamente que ando obsesionado con el legado, con lo que dejaremos tras nuestro paso, escucho cualquiera de Antonio Vega y pienso, eso sí es haber pasado por el mundo (aunque llevara media vida muriéndose). Eso sí es un legado.
Si existiera algo más que polvo y ceniza después de este paréntesis entre la nada y la nada, Antonio, cántales a todos aquella de El sitio de mi recreo. O la de lucha de gigantes. O la de desordenada habitación. O la de se dejaba llevar. O la de...
Si tenéis un ratito, hoy regalaos cualquiera de ellas. Y no pasa nada si una lágrima asoma a vuestros ojos. Está bien rendir tributo a los grandes, a los que nos han acompañado desde el primer beso robado hasta el penúltimo amor.

Lucha de Gigantes
Convierte el aire en gas natural
Un duelo salvaje advierte
Lo cerca que ando de entrar
En un mundo descomunal
Siento mi fragilidad
Vaya pesadilla corriendo
Con una bestia detras
Dime que es mentira todo
Un sueño tonto y no más
Me da miedo la enormidad
Donde nadie oye mi voz
Deja de engañar
No quieras ocultar
Que has pasado sin tropezar
Monstruo de papel
No se contra quien voy
O es que acaso hay alguien más aquí

Creo en los fantasmas
Terribles
De algun extraño lugar
Y en mis tonterias para
Hacer tu risa estallar
En un mundo descomunal
Siento tu fragilidad
Deja de engañar
No quieras ocultar
Que has pasado sin tropezar
Monstruo de papel
No se contra quien voy
O es que acaso hay alguien más aquí

Deja que pasemos sin miedo

domingo, 10 de mayo de 2009

Después de la siesta

Damián estaba sentado en su despacho abierto de la oficina y leía absorto algo en la pantalla de su ordenador. Gracia, la chica que apenas llevaba un mes en la compañía pasó a su lado y se dio cuenta de que Damián tenía lágrimas en los ojos.

-Damián, ¿Estás bien?
-Eh… sí, sí… ¿Por qué?
-Estás llorando.
-Ah… La alergia esta primaveral, no es nada…
Pero mientras dijo esto cerró rápidamente la página que miraba.
A Gracia le dio tiempo a comprobar que se trataba de una dirección de blogspot. Así que Damián estaba viendo un blog en horario de trabajo…
Gracia se dirigió a su mesa y le contó a su compañera que había visto llorar a Damián.
-Dice que por la alergia. Pero estaba viendo una página web de un blog
-Sería la de su hijo. Escribe muy bien, en la oficina la mitad estamos enganchados y lo seguimos día a día.
-¿Sí?

Y la compañera le pasó la dirección. Gracia, aunque sintiéndose un poco intrusa no pudo evitar la curiosidad y tecleó lo que la otra le había apuntado. Leyó la última entrada.


Después de la siesta

¿Te acuerdas de esa sensación al día siguiente de acostarte con alguien, cuando eso aún era una sorpresa, una anomalía? Habías dormido poco, te despertabas en una casa extraña, tenías mal aliento, resaca tal vez. Pero siempre la sensación feliz de haberlo hecho, de pertenecer a la raza humana cuando ya dudabas de que la falta de sexo te alejara de tu propia especie. Esa especie que follaba al menos cada sábado y tú llevabas ya tantos sin hacerlo que no sabías si alguna vez volvería a pasar. Y pasaba, y ahí de nuevo el mal aliento, la falta de sueño, el dolor en el cuello por dormir media noche en mala postura abrazado a un desconocido. Y después llegabas a casa con ganas de contarlo o con ganas de desayunar. El polvo podía haber sido más o menos bueno, más o menos malo, pero había sido. Eso era lo importante. Y luego, una siesta sin querer, porque el sueño te iba ganando mientras tú te dejabas vencer con una sonrisa de triunfo, te dolía el cuello, sí, habías dormido poco la noche anterior y tal vez la polla te molestara después de tanto roce o de haber colocado un poco torpemente el condón, pero lo habías hecho y de ahí la sonrisa. Y despertabas de esa siesta un tanto desconcertado, siempre se despierta uno así de la siesta, con el temor de que el recuerdo de la noche pasada fuera un sueño. Momentos de desazón, ¿y si no pasó? Pero al recobrar del todo la conciencia también recobrabas la certeza, claro que había pasado, ahí estaba ese dolor de cuello, esa resaca, ese mal aliento, esos brazos del extraño abrazado a tu cuerpo en el recuerdo.

Y ahora me despierto de la siesta con esa misma incertidumbre, ¿habrá sido un sueño? Y de repente al recobrar la conciencia, también un temor, hago recuento y ni rastro de resaca, ni un dolor en el cuello, ni mal aliento y tampoco recuerdo los brazos del que me abrazaba.

Porque esta vez, otra vez, ha sido un sueño. Sí.
...

Gracia se quedó un tanto impresionada por lo que acababa de leer.
-¿Has leído esto?-Le preguntó a su compañera.
-Sí.
-¿Qué edad tiene el hijo de Damián?
-22 años, creo.
-¿Y no es un poco joven para escribir algo tan nostálgico?
-Bueno…
-Lo que no entiendo es por qué lloraba Damián. ¿Se ha dado cuenta de que su hijo es gay o qué? ¿O es por el hecho de que lleve tiempo sin acostarse con alguien?

La compañera no contestaba y Gracia siguió con su diatriba.

- Odio este tipo de gente que solo escribe cosas tristes y tontas. Y su padre ¿por qué entra al trapo y se emociona? Si total, seguro que el hijo sale el próximo fin de semana y conoce a alguien…

-Lo dudo, su hijo tuvo un accidente el año pasado. Está en silla de ruedas.
-Ah..

Un compañero pasó al lado de Gracia y la otra chica. Vio a Gracia con lágrimas en los ojos.
-¿Estás bien?
-Eh.. sí, la maldita alergia primaveral.

jueves, 7 de mayo de 2009

Mi equipo


Aquí estamos el equipo de guionistas original de la serie. Falta Susana, la nueva incorporación. Y por fin una chica. Estos cinco jinetes del apocalipsis
(algo así nos llama nuestro querido crítico Esparza) somos los responsables de Física o Química. De izquierda a derecha, un servidor, Jaime Vaca, Carlos Ruano, Alberto Manzano, y en lo alto Félix Velando. Ha sido el mejor equipo que uno puede soñar para sacar adelante un proyecto como este. Estoy contento y orgulloso del éxito de la serie, pero más lo estoy de estos cuatro (ahora cinco contando con Susana) elementos. Sin ellos la serie hubiera tenido mucha menos gracia, mucha menos inteligencia, mucha menos coherencia y sobre todo hubiera tenido sólo un punto de vista, el mío. O sea, un coñazo.Hemos currado como cabrones, nos hemos reído mucho, hemos intercambiado nuestras distintas maneras de ver la vida, y sobre todo le hemos puesto toda la pasión que llevábamos dentro. Y eso se ve en la serie.
Yo en un mes abandono Física o química, soy un culo de mal asiento y llevo ya tres años dedicado en cuerpo y alma y me apetece descansar, airearme y empezar de nuevo. Por un lado estoy deseando irme, por otro me da un vértigo atroz. Miro la foto y pienso, ¿de verdad quiero abandonar este barco? Sí, necesito hacerlo, pero dejo el timón en las mejores manos. Jaime Vaca será el que marque el rumbo a partir de ahora y lo hará de maravilla. Y yo me dedicaré a... ¿quién sabe?
Esta noche por fin nos vamos de cena. Y me toca pagar. Llevo escaqueándome meses.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Over the top games

Hoy abro El Pais y me encuentro con la foto de Juan, su hermano y dos amigos. Los cuatro fundaron hace un año la empresa de videojuegos Over the top Games. Son muy jóvenes y con una ilusión y un arrojo increíbles están siendo capaces de llevar a cabo su sueño. Cuentan con el talento de Juan como ilustrador, (si viajáis por los primeros meses de mi blog encontraréis dos dibujos suyos, uno de Mazinger y otro mío) y la capacidad emprendedora de Roberto, su hermano. El juego que han creado se llama Icarian y pronto se podrá descargar por la Wii. A mí en su momento me enseñó los bocetos y me encantaron. Ojalá les vaya bien y vendan las copias necesarias para que le empresa empiece a dar beneficios, porque hoy por hoy trabajan como burros sin ganar un duro. Yo siempre creí en ellos y hoy al verlos en El CiberPaís, (ocupan toda la portada y los dos hermanos tienen la fotogenia de dos modelos) tengo la certeza de que lo van a conseguir. Se lo merecen. Los sueños cuando se persiguen de esa manera casi siempre se acaban alcanzando.
http://www.elpais.com/articulo/portada/Vallecas/Wiimundo/elpepisupcib/20090507elpcibpor_1/Tes

viernes, 1 de mayo de 2009

Quédate

-¿Qué haces aquí?- Cristina está muy asombrada de ver a Eva en la habitación de hospital. Cristina está demacrada, y de repente lamenta no haberse dejado maquillar esta mañana por una enfermera en prácticas que se lo ofreció.
-Venir a verte. Y de paso me corto el pelo y me compro algo de ropa. Que en Valladolid lo más sofisticado que hay es el Corte Inglés. Y estoy ya de la moda vaquera…
-¿Quién te dijo que estaba… en el hospital?

En ese momento entra Hugo, el novio de Cristina. Alto, guapo. Él sí que parece un modelo del Corte Inglés. Pero de los que no hay en Valladolid.
Hugo ha sido quien la ha llamado. Sabe que son amigas desde hace mucho, y que estudiaron arquitectura juntas. Pero hacía tiempo que no se veían. Cris, la enferma siempre habla de su amiga Eva, la loca, la divertida. La echa de menos. Aunque Cristina nunca la llamaría en un momento así, no quiere aguarle la fiesta a nadie. Y por eso su novio ha decidido organizar ese encuentro a espaldas de ella.

-¿No te alegras de verme? Me voy a quedar un par de semanas o el tiempo que haga falta, me apetece pasarlo contigo.
-Claro que me alegro, mucho. Mucho- Cristina sonríe de verdad, hacía meses que no sonreía de esa manera.

Hugo se alegra al verla feliz, se acerca a Cristina, le da un beso en los labios y de paso le coloca la almohada.

-¿Te ha gustado la sorpresa?- le pregunta él cariñoso.

Cris asiente feliz. Pero de repente en su rostro aparece la sombra de una duda. Mira a Eva.

-¿Y en qué hotel te quedas? Esta ciudad está más cara que nunca.

El novio le dice que le ha ofrecido quedarse en su piso, en la habitación de invitados. Eso a la enferma no le hace ninguna gracia. Lo intenta disimular, pero sin demasiado éxito. Eva se sorprende.

-¿No quieres que me quede en tu casa?
-No creo que sea lo mejor.
-¿Por qué no?- Pregunta el novio algo extrañado.
-Porque está todo patas arriba, y porque tú para convivir eres un desastre, Hugo.

Eva se empieza a oler por donde va la cosa.

-No me jodas, Cris…
-No, si yo joder hace mucho que ya no… Pero tú sin embargo…
-¿Lo estás diciendo en serio?- Eva lo pregunta intentando disimular su indignación.
-No me estoy enterando de nada- Dice Hugo. Es verdad, el pobre no se está enterando.
-Explícaselo a tu novio. Venga. Dile por qué no quieres que me quede.

Cris calla un momento, calibra si sincerarse o no. Pero decide hacerlo. Es lo que tiene estar a punto de palmarla, te otorga cierta impunidad.

-No quiero que se acueste contigo, Hugo.
-¿Qué?- Hugo está escandalizado. El chico mira a Cris y luego a Eva. Desorientado, desconcertado.
-Ya ves, tu novia cree que te iba a follar mientras ella agoniza en el hospital.
-¡Aún no estoy agonizando! Y sí, por supuesto que sí. Tú y él en casa juntos, acabaríais en la cama. Y en la ducha y en el suelo de la cocina…

Hugo balbucea, indignado
-Pero… por favor… Qué cosas dices.
-¿Qué? ¿Es tan raro que no me apetezca que mi novio me ponga los cuernos cuando tengo un pie en la tumba? Pues no me apetece. Y menos con ella.

Eva estalla. De repente le da igual que su amiga esté agonizando o no.

-¿Sabes qué, Cris? Que te den por el culo. Y a poder ser, sin lubricante.

Y dicho eso sale de la habitación hecha una furia. Hugo tarda dos segundos en salir detrás de ella.

-¡Eva! Perdónala, es la quimio y los parches de morfina. La tienen un poco confundida.

Eva respira hondo. Mira a Hugo.

-Lo peor es que Cris tiene razón.
-¿Eh?- Hugo se queda descolocado un segundo- ¿Cómo que tiene razón?
-Sí. Yo me acabaría acostando contigo mientras ella se muere. No es la primera vez que me tiro a un novio suyo. Soy ese tipo de persona. Así que mejor me voy. Dile que no se preocupe que ahora con el Ave, Valladolid está a un paso, que vendré a verla.

Eva se acerca a Hugo y le da dos besos en la mejilla.

-Encantada, Hugo. Tiene mucha suerte de tenerte.

Eva se aleja por el pasillo del hospital. Hugo se queda sin saber cómo reaccionar, pero de repente la llama.

-Eva, quédate. Demuéstrale que se equivoca.

Eva se da la vuelta. Le mira a los ojos. Hugo sigue hablando.

-Ella necesita una amiga como tú, que de vez en cuando la mande a tomar por el culo y yo creo que tú necesitas demostrarle que no tiene razón. Y que nunca te acostarías con su novio mientras ella … bueno, mientras Cris se va.

Eva duda. Claro que le gustaría demostrarle que se equivoca. ¿Pero cuándo se ha equivocado Cris?

-No lo sé, Hugo
-Quédate, por favor.