Yo ya no podría vivir sin internet. Sin el ritual de entrar cada mañana en cuatro o cinco páginas, sin visitar los blogs de amigos, sin saludar al resto en Facebook. Tampoco podría escribir este blog. Y trabajo menos solo desde que existe la red, desde tu casa estás conectado con el mundo. Así que no seré yo el que reniegue de internet. Pero, siempre hay un pero, claro, hay un par de cosas de internet que no acabo de entender. Una de ellas es por qué internet ha de estar tan fuera de la ley. Es decir, ha costado mucho, sobre todo en este país, conseguir un estado de derecho, en el que todos los ciudadanos tenemos derechos y deberes. ¿Por qué internet parece sólo el lugar de los derechos (de algunos, sobre todo) y de ningún deber? La piratería campa a sus anchas (no voy a entrar en ese debate, que tantos ánimos enciende y que otros tan bien han explicado) y sobre todo, y esto es de lo que quiero hablar, campan a sus anchas el insulto y las injurias desde el anonimato. Ponerle coto a esto último no es atentar contra la libertad de expresión, es simplemente aceptar unas reglas de juego. Cuando alguien manda a un periódico una carta al director para protestar u opinar sobre lo que le dé la gana ha de aceptar unas reglas. Tiene que identificarse, mandar una fotocopia de su DNI y luego un comité, o una persona encargada, decide si esa carta es publicable o no. Yo ya no estoy sugiriendo que alguien filtre las opiniones, pero sí que la gente que opina se identifique. Seguro que sólo con esa medida conseguíamos rebajar el nivel de bilis y mala leche general. Los insultos casi nunca aportan nada, sólo generan mal rollo.
A mí nunca me han gustado los típicos bares españoles, en general están cargados de humo, son bastante horteras y huele a café con leche (nunca he soportado el olor a café con leche, qué le vamos a hacer). Pero sobre todo abundan las opiniones a granel y a voz en grito. Todos los parroquianos saben perfectamente cómo deberían jugar los de tal o cual equipo, imbéciles todos a su parecer, que el entrenador es más imbécil todavía por no sacar a tal o a cual al campo,y todos tienen una solución para arreglar la crisis, porque esta panda de mangantes que nos gobierna son unos hijos de puta, y por supuesto muchos se cargarían a tal o cual individuo que sin duda es culpable de asesinato y de violación.
Odio a los sabios de barra. Porque opinan desde la simpleza más absoluta y desde el insulto. Y siempre tienen razón.
Eso en internet se ha extendido hasta la saciedad. Es fácil evitar entrar en un bar para no oler a café con leche, pero es más dificil leer una noticia de cualquier periódico en la red y no toparse con cuarenta comentarios de los cuales treinta son insultos de barra de bar. Una lástima.
Sobre todo cuando ocurre lo de este pobre hombre que ha sido juzgado y condenado por casi toda la opinión pública. "Asesino, mereces una muerte dolorosa, que te violen como tú violaste a esa niña... " Eso es lo menos fuerte que hemos tenido que leer en internet. Yo me he librado de escucharlo en bares porque no voy, ya digo. Pero no en internet, claro. A ese pobre hombre, que bastante infierno habrá pasado al tener que enterrar a la hija de su pareja, le han destrozado la vida, el médico que decidió abrir un informe de malos tratos de ciencia ficción, y también aquellos que desde el anonimato lo mejor que le han deseado ha sido una muerte rápida.
Opina todo lo que quieras. Pero pon tu nombre y apellido, y tampoco estaría mal una foto de carnet. Algo tan sencillo limpiaría el ambiente de malos humos. Y en la red olería menos a café con leche.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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1 comentario:
Te aplaudo... eso mismo lo llevo pensando años... Internet debería dejar de ser anónimo... porque detrás de el anonimato se esconde lo peor del ser humano... y que conozcamos los verdaderos rostros de todos los que escriben y opinan por opinar. besos nada anónimos
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