lunes, 27 de septiembre de 2010

Pequeños placeres

Lo mejor de ver la tele un sábado por la tarde noche o un domingo, es cuando Mazinger decide ponerse a mi lado y apoya su cabeza en mi pierna. Yo lo acaricio un rato, tampoco mucho que a veces se me agobia de tanto amor. Aunque también es verdad que en otras ocasiones es él quien lo demanda.
Pero lo mejor, lo mejor de todo es cuando los dos miramos a la pantalla. Descubrí un día sin poder creérmelo que Mazinger se quedaba pillado de la imagen cuando salía un animal grande, tipo oso. Veía cómo movía la cabeza siguiendo al animal. Y luego llegaron los programas de perros o con perros. Mientras yo aprendo como educar a un perro, con el programa de Cesar Millán o con el de Malas pulgas de Cuatro, y descubro lo nefasto que soy como líder de la manada, Mazinger no pierde detalle de todo lo que hacen los de su raza.
Y no sé por qué pero compartir esos momentos televisivos con mi perro me llena de paz.

1 comentario:

Anthony dijo...

se le llama el amor, tonto