jueves, 8 de octubre de 2009

Estreno


Sentado en la butaca de la sala 25 de los cines Kinepolis, aguardando a que proyectaran Agora, y con la sala abarrotada de celebridades, políticos, gente del cine, de la tele, de la literatura (de Vargas Llosa me separaban dos butacas, tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no abordarlo cual fan histérico), de la música, algún que otro aristócrata, deportista… no pude evitar pensar lo que pienso siempre en cada estreno de Alejandro, qué capullo, lo ha vuelto a hacer. Otra vez ha conseguido que el estreno de su peli sea el evento del año. Y entonces sin querer, no soy yo muy dado a mirar atrás, vuelvo a recordar esos días en la facultad, donde un canijo Alejandro siempre decía: yo voy a ser director de cine, yo voy a ser director de cine. Y voy a ganar un oscar y… Y todos que sí, hombre que sí. Pues hala, 18 años después asistimos al estreno multitudinario de su quinta película y es verdad, el canijo ha ganado un oscar.

A fuerza de verlo a diario, o casi, y a fuerza de compartir 15 años piso con él, se me olvida que Alejandro es ese director capaz de manejar un presupuesto de 50 millones de euros sin inmutarse, sin que le tiemblen las piernas. Me acuerdo (ya os he dicho que me he puesto nostálgico, lo siento) de la visita que hice al plató de Los otros, cuando estaban levantando el decorado y yo, muy impresionado por ese despliegue de medios, le dije: ¿oye, a ti no te acojona que todo esto se haya montado porque tú un día escribiste algo así como: casa palaciega, interior día? Y el me miró y me contestó con un escueto: Ah, pues no. Qué le iba a acojonar, él estaba demasiado absorto ultimando detalles como para perder el tiempo en miedos absurdos.

El año pasado cuando fui a Malta a visitarlo antes del rodaje y vi los decorados, esta vez no era una casa lo que estaban construyendo, ¡era Alejandría! , le repetí la misma pregunta: ¿No estás acojonado? Me volvió a decir que no. Y yo pensé, en el próximo rodaje ya no se lo pregunto, que parezco imbécil. Aunque después confesaría que el primer día de rodaje con miles de extras, le temblaron un poco las piernas. Un poco. Vamos, lo mismo que a mí cuando un semáforo se pone en rojo y no sé si me dará tiempo a frenar.


Veo la película por cuarta vez. Y en cada visionado es distinta. Y me doy cuenta de repente de algo que estaba ahí delante de mis ojos y que no había visto aún. Alejandro es como Hipatia, tiene la misma determinación, la misma capacidad de ver las cosas desde otro punto de vista, la misma capacidad de trabajo (tan abrumadora que yo a veces me cansaba sólo de verlo trabajar) el mismo tesón, y ese talento que hace que mirando las estrellas, donde los demás sólo vemos puntitos luminosos, él descubra que la tierra gira alrededor del sol.

Ahora arreciarán las críticas, los fundamentalistas se escandalizarán, los más reaccionarios también, los pedantes dirán que esto o que lo otro, pero yo sabré y casi todos también, que Agora es la prueba de que Alejandro es uno de los tipos más superdotados no sólo de nuestra limitada industria cinematográfica, sino del cine en general. Porque en ese cuerpo tan canijo, aunque ahora fibrado y definido, como decía Gregorio Belinchón en la entrevista que le hizo el otro día, cabe todo el valor del mundo para asumir un nuevo salto mortal en cada película. Y sin que le tiemblen las piernas. Agora es la evidencia.

2 comentarios:

edu_art dijo...

:)

jp3 dijo...

el siguiente en ganar un oscar soy yo. sé que me cree, pero yo voy a ganar un oscar.