Aunque no he visto aún ninguna de las películas de Sandra Bullock de este año, no puedo evitar sentir cierta simpatía y sintonía con ella. En la misma semana se lleva el premio a la mejor actriz, el oscar, y a la peor actriz, el razzie. Por papeles distintos, eso sí. Creo que es el perfecto ejemplo de lo que ocurre en oficios como el nuestro, somos capaces de lo mejor y de lo peor. Y a veces la línea que lo separa, por paradójico que resulte, es muy fina. Uno cuando aborda un trabajo nuevo, a pesar de la experiencia, a pesar de los años, siempre tiene la misma sensación, ¿Seré capaz? ¿llegaré hasta el final? ¿se darán cuenta esta vez de que soy un fraude?
Penélope, otra nominada, lo cuenta en muchas entrevistas, que cada trabajo nuevo para ella es como empezar de cero, y que siempre tiene la sensación en el primer día de rodaje de que la van a echar.
A mí, ya digo, me pasa algo muy parecido, siempre pienso, esta vez me pillan, esta vez sí, esta vez se dan cuenta de que yo no valgo para esto y de que les he estado engañando durante años.
Y lo curioso de estos oficios es que a la vez que cada comienzo es un ejercicio de humildad, también es un ejercicio de ego, porque ya véis, en un momentito me he comparado con Sandra Bullock y con Penélope Cruz ("sin ser yo nada de eso").
Y ahora, a trabajar un rato, que ya es hora.
lunes, 8 de marzo de 2010
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2 comentarios:
also reminds me of falling in love
sandra es grande
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