lunes, 5 de abril de 2010

Grietas

Supongo que cuando un edificio no te gusta, daña tu vista o tu sentido estético o urbanístico, aprovechas cualquier fisura, cualquier grieta para golpear, para intentar derribarlo, o para llamar la atención sobre esos defectos en la superficie o en la estructura y así convencer a los demás de la necesidad de derrumbarlo. Algo así debe pensar parte de la alta jerarquía eclesiástica, que nos estamos aprovechando de la grieta de los errores (y delitos) cometidos por algunos de los pocos miembros que han abusado de menores, y así poner en solfa a toda la iglesia en general. Seguramente no les falta razón. Ya digo que cuando sientes aversión hacia algo o alguien a la mínima que ves un defecto lo agrandas, lo exageras para atacar ahí donde más duele. Yo, que vengo de una familia católica practicante y que creo que la doctrina cristiana en la que he sido educado me ha hecho más bien que mal, no voy a enarbolar la bandera de abajo la iglesia a toda costa. Entre otras cosas porque me parece tan simple que me da pereza. Creo que las voces católicas que se han alzado intentando defenderse de esos ataques, y así ponerlo todo en perspectiva, están en su derecho de hacerlo. Lo malo es que a veces en esa defensa a ultranza de su iglesia, han sido y están siendo tan poco autocríticos que en vez de sofocar el fuego de la ira acaban por propagarlo con más rapidez. (Hoy leía yo en El País como algunos se defendían de los ataques diciéndole al Papa que no estaba solo y que los fieles no se dejan impresionar por las murmuraciones del momento. Y claro, esa palabra, murmuraciones, aún tiene que estar escociendo en los oídos de los abusados) Tampoco a lo largo de las décadas ha ayudado su tesis de que un problema desaparece si se calla. A veces, no niego lo útil y lo necesario de esa medida. A veces es mejor no juzgar los crímenes de guerra de una dictadura, a veces es más práctico e incluso necesario pasar página. Aunque en ese pasar página pierdan siempre los mismos, claro.

Durante esta semana agitada en el que tantos cruces de acusaciones ha habido, yo no puedo dejar de pensar en la magnífica película La duda. En ella el director y el guionista te ponen del lado del supuesto pederasta, y dibujan a la monja que persigue el supuesto crimen como una censora y una sargento intolerante. Y la víctima, un niño negro, es más víctima por los ataques que sufre de sus compañeros blancos, que por otra cosa. De hecho el niño busca la protección a toda costa de ese cura moderno que es el único que le entiende. En esa aproximación del niño al cura, la monja ve indicios de delito y es implacable. Cuando la monja busca la complicidad de la madre del niño de repente se encuentra con el discurso moralmente revolucionario de esta. Revolucionario por todo lo que tiene de práctico, de realista, de creíble, de incómodo, de ¿sumiso? Le viene a decir que el cura es el único que apoya a su hijo, y que el niño quiere y desea ese apoyo, incluso si ese apoyo va más allá. (Mónologos incómodos como el de esa madre, hacen de la película y del cine en general, algo grande) La monja al final de la película tiene la duda de si ese abuso que ha perseguido con tanto empeño ocurrió o no.
Uno sale de la película sintiendo que su perspectiva se ha agrandado, que en la vida es verdad que existen verdugos y víctimas, pero también es verdad que no todo siempre es blanco o negro. Que cada caso es diferente, y que seguramente eso es lo que a veces ha pesado en la propia iglesia a la hora de no condenar los abusos, porque son dificiles de demostrar, porque a veces la distancia que separa un abuso de algo que no lo es es muy fina. Y también claro por ese espíritu gremial que hay en todas las empresas, o en todos los trabajos, en los que siempre es muy duro condenar a un compañero. Y seguramente también por esa idea atrayente que comentaba antes, de que es mucho más cómodo (¿útil?) callar, pasar página, hacer como que no ha existido.
Pero al igual que creo que cada caso es un mundo, también he oído, (yo y todos) relatos espeluznantes de gente que fue abusada en su infancia y adolescencia. Y ellos merecen justicia y por supuesto el respeto y otra actitud por parte de la iglesia, o al menos una autocrítica que tanto les está costando asumir.

2 comentarios:

Anthony dijo...

no way. these are very clearly criminal abuses that should be tried in courts of law. y santas pascuas.

Tamara dijo...

Volvemos a generalizar y decir que las victimas de abusos se merecen todo el respeto por parte de la iglesia, y por supuesto que es así, por parte de la iglesia y de toda aquella institución y persona que no respete ese tipo de cosas.
Pero no toda la iglesia es mala, como muchos están intentando afirmar.
Todos nos escandalizamos cuando sale un político corrupto o un policía, pero no por ello degradamos a todos los compañeros y ponemos en manifiesto que todos pertenecen a la misma categoría de estafadores. Los habrá buenos y también malos, al igual que a las víctimas les duele, también le duele a la persona a la que se esta juzgando erroneamente por lo que han cometido sus compañeros.

Pero es más fácil aprovechar la menor oportunidad para degradar las cosas que no nos gustan.