miércoles, 19 de mayo de 2010

Volver

Ayer volví a mi facultad. Hacía como 12 años que no la pisaba. Hasta les ha dado tiempo a construir un nuevo edificio anexo al antiguo. Allí es donde yo tenía que dar una conferencia. Y la di, claro. Estuve un poco torpe al principio, algo nervioso, balbuceante, me metí en más de un jardín, pero poco a poco fui cogiendo confianza y creo que salí más o menos bien parado del asunto.
Tenía que hablar de los jóvenes como protagonistas de las series, y enfocarlo hacia los temas sociales. Así que empecé diciendo una burrada: todo lo que me huele a social me suena a coñazo. Y continué soltando más burradas a manera de consejos. Les dije a los jóvenes guionistas: copiad, copiad, y copiad. No os canséis de copiar. Sólo copiando a los grandes y a los que os gustan conseguiréis ser originales.
Sabía que con esas dos burradas les despertarían. Y así fue. El debate posterior fue fluído e intenso. Y así como con los otros conferenciantes los estudiantes estaban tímidos a mí me asediaron a preguntas.
Después de soltar la burrada de que copiaran, maticé. Les dije que había que copiar las estructuras, para después trastocarlas ligeramente. Y les puse de ejemplo Física o Química y como yo había copiado mucho de Anatomía de Grey. Sobre todo la idea de unos jóvenes inexpertos que se enfrentan a su primer trabajo. Pero en el momento que yo cambiaba bisturís por tiza y pizarra, o sea, doctores por profesores, ya la copia se transformaba en otra cosa.
Después de mi charla, vinieron los directores y guionistas de esa película preciosa que se llama Yo también. Y se apropiaron de casi todas mis burradas, para matizarlas o incluso para oponerse a ellas. Lógico. Uno de ellos dijo que lo peor que podía hacer un cineasta era copiar. Que ellos recomendaban justo lo opuesto. Yo me callé, no era cuestión de establecer ahí un debate a tres bandas.
Pero luego revisando por la tarde su película, no pude evitar sonreír. Ellos de alguna manera en la construcción del guión de su película habían seguido a pies juntillas mi consejo. Habían copiado una estructura clásica de comedia romántica, chico conoce chica, se enamora y trata de conseguirla. Y habían cambiado una de las variables, el chico enamorado tiene síndrome de down. Y eso hace que la película se convierta en una pequeña joya. Si no la habéis visto os la recomiendo. Preciosa.
Así que curiosamente aunque a los estudiantes les estábamos aconsejando cosas opuestas, en realidad nuestras posturas estaban mucho más cerca de lo que parecía.
Yo odio la copia. Pero sí creo que forma parte del proceso creador. Y un gran apoyo para todos los que nos enfrentamos a la pantalla en blanco. ¿No sería absurdo e inoperativo despreciar casi un siglo de lenguaje fílmico? ¿y cinco de literatura moderna? A mí además me parece un trampolín maravilloso del que impulsarse y dejar volar así la imaginación.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno es cierto lo de copiar pero siempre matizando por supuesto. ¿Y al final no son los matices los que diferencian algo estrella de algo mediocre?
unsaludetemañanero

SECIRAN

Jaime Vaca dijo...

Absolutamente de acuerdo: el que tiene ganas de crear es porque ha crecido envidiando y admirando a otros. Y esos otros a otros más lejanos.

Y hay que conocer las reglas para luego adaptarlas o saltárselas.

Siempre uso una cita... que creo que es de Jack Warner (uno de los Warner Brothers): "Cuéntame lo mismo pero diferente."

combatientes70 dijo...

Me hubiera gustado verte dando la charla en la facu... yo volví el año pasado con Salva, simplemente a tomar un café... de repente me sentí mejor que cuando paseaba por allí... me encanta el paso del tiempo... y ver tantas cosas y vivirlas y luego copiarlas... porque siempre copiamos aunque sea de la realidad... besos...