Una brisa agradable se cuela por los balcones. Es sábado por la tarde. Empiezo a añorar la arena bajo mis pies, una cerveza helada en alguna terraza que huela a mar, la alegría de los cuerpos casi desnudos, la sensación de no tener nada que hacer, como mucho alguna lectura intrascendente, un best seller o el cuore también vale, y que la única decisión por tomar sea la de acertar con el restaurante para la cena. Boquerones, chopitos, salmorejo, sangría ¿por qué no?. Y luego que el olor del whisky o de la ginebra se mezcle con el del after sun.
Desde este sábado malasañero suspiro por un verano que no sé si tendré.
Habrá que hacer algo para que ocurra.
sábado, 26 de junio de 2010
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1 comentario:
buff yo ahora voy hacia una terraza con la arena pegada al cuerpo... que tranquilidad!
SECIRAN
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