martes, 28 de septiembre de 2010

Happy ending

Por azares de la vida no vi hasta la semana pasada la película El cónsul de sodoma, biografía de Gil de Biedma. Y por azares de la vida este sábado me encontré con un documental hecho por la sobrina del poeta en el que daba una visión muy distinta, pero complementaria, del ser torturado que dibujaba la película. Fue toda una experiencia comparar versiones. Y entendí el por qué a Marsé le había parecido tan mala la peli, ya que se alejaba mucho de la visión que tenía él de su amigo, aunque sigo sin entender tanta inquina en su crítica despiadada, cómo si sólo fuera posible un punto de vista sobre alguien.
Hay un momento maravilloso en el documental donde una de las hermanas de Jaime Gil de Biedma, ya bastante mayor, lo define así: "Un pelín atormentado era, ¿eh? "
A mí me pareció una manera deliciosa de desmitificar al artista, de convertirlo en humano. Yo, que me siento muy identificado con muchos de sus poemas (lo mismo que le debe pasar a todos los que lo han leído alguna vez) no sé si podría soportar tanta intensidad en mi vida o en un amigo. Para un ratito bien, pero como actitud vital, qué cansado. Y seguro que acabaría diciendo como su hermana, ¿tanta tortura es necesaria?
Pero bien es verdad que gracias a seres que a veces se torturan tanto como él (y digo a veces, porque como él bien escribió siempre quiso ser sobre todo y ante todo feliz. Y estoy convencido de que lo consiguió en más de una época) podemos sentirnos menos ajenos al mundo, menos solos, aunque nuestra sensibilidad no esté tan exhacerbada.
A mí con Gil de Biedma me pasa como con las canciones de Sabina. Depende del momento, pero casi todas acaban hablando de mí.

Happy ending

Aunque la noche, conmigo,
no la duermas ya,
sólo el azar nos dirá
si es definitivo.

Que aunque el gusto nunca más
vuelve a ser el mismo,
en la vida los olvidos
no suelen durar.

4 comentarios:

Adolfo E. Cores dijo...

Pues verás. La peli me encantó, pero más que nada por el dibujo de la época y por el papelón de Jordi Mollá, olé, olé y olé. Pero me temo (y hablo con conocimiento de causa, ya que Gil de Biedma es uno de mis apellidos, de esos que no heredas porque son por parte de las abuelas) que, como suele suceder SIEMPRE con el cine español, jamás son capaces de enseñarnos una representación medianamente real y fiel de lo que es una familia de clase alta-alta de este país. Ni las de antes, ni las de ahora. Todo es un cúmulo de tópicos, prejuicios y suposiciones que tienen poco que ver con la realidad. Lo cual le quita bastante credibilidad a la peli porque, precisamente, para comprender tanto tormento y tanta "cosa" de D. Jaime, la clave está en la familia.
He dicho. (Ufff....)

Mazinger y yo dijo...

Hala, qué sorpresa. Me estás diciendo que la familia que vi en el documental es parte de tu familia, Adolfo?

Adolfo Esteban dijo...

No. Son primos de mi padre, y como comprenderás, la cosa no me llega aunque los conozca y todo eso. Pero sí conozco la educación que recibieron los Gil de Biedma, porque mi abuela era del clan, y sé lo que se mueve por ahí. Y lo puedo resumir en una frase, que me soltó mi abuela en la cama del hospital cuando echaba pestes sobre él... "no es por eso [por ser homosexual] por lo que digo lo que digo. Pero eso de ir por todos lados... haciéndolo con cualquiera como los monos...".

Losquintasortegas dijo...

Es tan gratificante entrar de repente en tu blog, después de un periodo largo sin hacerlo, y reencontarse con tus palabras, con tu manera de contar y de referirse a tantas cosas que me gustan...Y es que, como te dije el otro día en la Fnac, ya va siendo hora de que nos demos otra vueltecita televisivo-cinematográfica juntos. Tenemos que encontrar el espacio. De momento, voy a releer esta noche un poquito a Gil de Biedma, y si, es curioso lo de los poetas que casi siempre hablan de nosotros. ¿Como sabrán tantas cosas? Quintas.