jueves, 12 de junio de 2008

El cómputo de la felicidad


Xacobe me pregunta si no es mucho sacrificio eso de dedicarle una hora y media o dos al perro todos los días. Y si no me quita demasiado tiempo. Para mí el sacrificio sería pasar ese mismo tiempo en el gimnasio o estar hora y media en un atasco o en el metro. Tengo la suerte de trabajar en casa, así que todo ese tiempo es mío y ahora de Mazinger. ¿Un perro es sacrificado? Te exige esa ligera disciplina de sacarlo tres veces al día, sí. ¿Pero dónde está el sacrificio en dar paseos, en verlos correr, jugar, saltar, como Micro en la foto? Es plancentero. Esa hora y media que dedico a algo tan simple como ver a Mazinger jugar mientras charlo de vanalidades con los dueños de los perros,es terapeútico. Es una hora y media de regalo al día. ¿Antes qué hacía con ese tiempo? Como le digo a Xacobe, si en tu día a día no puedes sacar hora y media para ti y para hacer lo que te gusta, algo no funciona del todo bien en tu vida. Esa hora y media ya está en el cómputo de la felicidad de mi día. Por supuesto hay más momentos así, de felicidad, o de estar a gusto y yo, cual avaro Tío Gilito, los atesoro y hago el recuento al llegar la noche. Rosa Estévez, la directora de cásting de mi serie, me decía el otro día que tener un bebé es redescubrir la simplicidad de las cosas, y volver a celebrar las sorpresas de la vida a través de los ojos del niño. No voy a decir que con un perro sea lo mismo, no soy tan tarado, pero algo de esa simplicidad ha traido Mazinger a mi vida. Correr, jugar, devorar la comida, celebrar la llegada del amigo, y ver pasar tranquilamente la tarde mientras te calientas al solecito de la plaza. ¿Quién da más?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde el primer día que te conocí tuve claro que eras un hombre de los pies a la cabeza, es decir (y desde mi punto de vista), con sentimientos.

No estás tarado por querer tanto a un animal (precioso él).

Un besote.