lunes, 15 de septiembre de 2008

Llorones y estreñidos


Si hace quince años me hubieran dejado asomarme a la tele que se está haciendo ahora seguro que me sorprendería con unas cuantas cosas. Habría anuncios que por su mensaje crípitico no entendería y otros que no entendería por el producto que anuncian, tipo banda ancha a no sé cuantos euros al mes. Pero seguramente lo que más me llamaría la atención sería la cantidad de lágrimas que se derraman en casi todos los programas. ¡Todo el mundo llora!, en OT, en Factor X, en Gran Hermano en El diario de.., hasta en Pekín Expres, que va de aguerridos aventureros que tienen que recorrer el mundo con un euro al día. ¿Pero vamos a ver, si leyeron las bases del concurso por qué lloran si les toca dormir a la intemperie? ¿Dónde esperaban alajorse por un euro, en El Palace? Está claro que si no lloras no sales, y eso es algo que han aprendido muy rápido los concursantes.
Y también me sorprendería la cantidad de anuncios que hay para combatir el estreñimiento, yogures, laxantes, alimentos con sobreabundancia de fibra... ¿De donde viene esa obsesión por el tránsito intestinal?

En fin, que si hace quince años me hubieran dicho que nos habíamos convertido en una sociedad de llorones estreñidos, me habría dado la risa. Uno siempre se imaginaba el futuro de otra manera.

(En la foto, un higo, lo mejor para combatir el estreñimiento y que abierto tiene esa forma extraterrestre que dan ganas de llorar. Así que no me digáis que no entendéis lo adecuado de la foto, porque más claro no puede estar)

2 comentarios:

patry dijo...

Te doy toda la razón pero creo que hay necesidad de llanto en este mundo hostil o que comercializa mucho la lágrima...y bueno los laxantes ni te cuento...me mola el de la tia q esta de viaje y después de ver miles de cosas llega al hotel y se pone el microlax!!! a ver esta mujer que quería tiempo para el enema, para cagar o para pasar del guía turístico¿?
bsos

Anthony dijo...

You are an uncelebrated genius, the best kind, ya tu sabes. James Joyce hubiera muerto pobre y sin ser leído por una sola alma si no fuera por unos amigos fieles y, cabe destacar, extranjeros, que lo patrocinaron. O sea, ¿cuándo vienes?