¿Recordáis la noticia de hace un par de semanas de una adolescente que dijo que se había quedado dormida mientras el tatuador le tatuaba a traición todo un mapa de estrellas en la cara? En la novela que estoy leyendo, la protagonista compara la paternidad con un tatuaje en la cara. Algo de lo que realmente tienes que estar seguro de querer hacértelo, porque es para toda la vida. Y no vale decir luego que estabas dormido y que tú no querías. El sábado les cuento esto a unos amigos de mi hermana y mi cuñado, que van a tener a su primer hijo dentro de unos meses. Les hace gracia la anécdota, menos mal, y nos reímos.
Marcos y Elena esperan la llegada de su segunda hija para dentro de unas semanas. Se llamará Maya y están deseando lucir ese tatuaje, tanto como lucen el de Mencía. Y Mencía mientras aún no sabe cómo tomarse la llegada de la nueva intrusa.
lunes, 13 de julio de 2009
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1 comentario:
Merecen mucho la pena esos tatuajes. Esperemos que a Mencía le guste, porque tener una hermana es un tatuaje no deseado, y también hay que vivir con ellos.
Besos del papá bodeguero que esta criando un Mencia.
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