lunes, 9 de febrero de 2009

El hijo con talento (III)

Decidió llevar el cd de su hijo al trabajo. Más que decidirlo fue un acto impulsivo o al menos no muy meditado. Lo metió en su maletín y ya. Lo había visto con su mujer la noche anterior y a la mañana siguiente en el desayuno mientras su hijo con cara de dormido, ojeroso y despeinado, se peleaba con unas naranjas en el exprimidor, ninguno de los dos salía aún del asombro. Habían engendrado a un tipo con talento y lo más extraño es que no lo habían descubierto hasta la tarde anterior. Ni una sola pista antes que indicara que el chico estaba especialmente dotado o interesado en la música, en el arte, en la imagen. Y de repente esa eclosión. Bien mirado tampoco era tan extraño, ellos, los padres del adolescente que exprimía naranjas con torpeza, habían hecho carrera de letras y en su casa se leía, se escuchaba música, se veían películas. Y Andrés además se dedicaba al mundo de la publicidad. Había hecho sus pinitos como creativo aunque ahora se encargaba de la contabilidad de la empresa y de negociar los precios con los clientes. Digamos entonces que genéticamente Dani, el adolescente, lo tenía todo a favor para desarrollar un talento artístico, aunque su aspecto y actitud dijeran lo contrario. ¿Pero por qué lo llevaba en secreto? ¿Por qué nunca dijo, mira papá, a ver qué te parece esto? No necesitaba la aprobación de los padres ¿o realmente no buscaba la aprobación de nadie?

A media mañana Andrés se había olvidado por completo del cd de su hijo. Desde primera hora no había parado en el trabajo. Tuvo que comerse un marrón con un cliente, dos reuniones y aguantar los cuatro gritos del histérico del realizador del último comercial, que quería utilizar de plató la planta entera de oficinas. Todo eso vino a acrecentar la sensación, mientras sacaba un sándwich del maletín, de que hacía mucho tiempo que ese trabajo ya no le estimulaba lo más mínimo. Pagaba la super hipoteca, la sicóloga, las vacaciones y las sucesivas generaciones de playstation que consumía su hijo (y él también a veces) y poco más. Al sacar el sándwich descubrió el cd y decidió volver a verlo en la pantalla de 60” de plasma de la sala de juntas. A esa hora nunca había nadie y lo podría visionar con tranquilidad. Se había ganado un descanso de 10 minutos.

-¿Es la maqueta de la película de seguros?
-¿Perdón?
-Lo que visionas, si es la maqueta del gilipollas ese.
-No, no que va... no es nada.
-A ver... dale para atrás a eso.

Quien acababa de darle esa orden era uno de los creativos de la agencia además de socio fundador. Se creía a pies juntillas el personaje que se había ido creando con el paso de los años. Excéntrico, elegante con un toque informal, seguro de sí mismo, locuaz, impulsivo y ahora ex cocainómano que maldecía y añoraba en igual medida sus años de juventud en los que no podía trabajar sin meterse gramo y medio diario por la nariz. Sus mejores años creativos, por otro lado.

- ¿Quién ha hecho esto? Es muy básico, pero tiene algo...
- Mi hijo
- Ah...

Y ahí se quedó la cosa. El socio fundador salió de la sala de juntas sin decir ni una palabra más. Andrés se quedó a solas un tanto desconcertado por ese arranque elogioso. Su hijo había logrado en minuto y medio más de lo que había conseguido él en años de trabajo. Bueno tal vez exageraba, porque últimamente todo lo veía y lo sentía así, como a través de una lupa de 10 aumentos. Y por eso había empezado la terapia.



- He vuelto a pensar en el suicidio.

Eso fue la respuesta a la primera pregunta con la que le había saludado esa tarde la sicóloga. ¿Qué tal estás hoy?

- ¿Por alguna razón en concreto?
- Mi hijo tiene talento.
- Vaya...

Andrés ya se había dado cuenta de la afición desmedida de la sicóloga por esa expresión: Vaya... Servía para todo, era un vaya comodín. Expresaba sorpresa, duda, pesar, tal vez incomodidad, o podía llevar implícito una recriminación sutil. En este caso era un vaya de sorpresa de alguien que pretendía ocultar que algo le pudiera llegar a sorprender. O eso le pareció a él.

-¿Tu hijo tiene talento y a ti te entran ganas de suicidarte?

5 comentarios:

Anthony dijo...

Keep on writing. Please.

Mazinger y yo dijo...

Hey, muchas gracias, Anthony! Tus palabras y sobre todo en inglés, que le da como más contundencia, me animan mucho :)

Anónimo dijo...

Apoyo por completo el keep on writing, please de Anthony. Qué pasada esto último. Es como el inicio de un capitulo, el primero para una serie de HBO, dirigida por Rodrigo Garcia, por ejemplo. Y sin música apenas.

Anónimo dijo...

Joe. Si es que tienes un talentazo increíble. A lo mejor no soy objetivo porque te tengo un cariño MUY especial, pero me encanta leerte...

Hay momentos en los que creo que me estás leyendo tú mismo... Y esa sensación, encanta.

Estoy con ellos, "Keep on writting"... Pero soy de Alcorcón, y no te voy a decir "please" ;)

Besotes.

combatientes70 dijo...

Tenía algo abandonados los blogs... joder... cosas tan buenas como estás son las que quiero leer todos los días... voy a por los anteriores... mil besos, Montero...