domingo, 19 de julio de 2009

Miedo

Al final de la película París Tombuctú, Berlanga nos enseñaba un gran cartel en una carretera en el que se leía la frase: Tengo miedo. Era un final escalofriante, porque olía a últimas palabras, a testamento. Tengo miedo. Hoy en El País, Juan Cruz entrevistaba a Concha Velasco, la protagonista por cierto de París Tombuctú. En la entrevista parece feliz a sus 70 años, y así se lo hace notar el periodista, pero luego empiezan a salir las sombras. Juan Cruz le recuerda una entrevista que le hicieron hace 20 años en la que le preguntaban si le asustaba cumplir 50 y ella confesaba que sí. Y ahora le repite la pregunta, si le afecta cumplir 70. Concha Velasco, lúcida y sincera contesta que claro, que como mujer no puede echarle un ojo a un señor de 70 estupendo porque él se fija en las de 25, que como mucho ella se ilusiona un par de días, que van al cine, pero que al tercer día piensa: "es imposible, tengo 70 años. ¿Cómo no va a afectarme hacerme mayor? Me destroza"
Miedo a cumplir años. Miedo a que se baje el telón, o a que ya se esté bajando.
Hay muchos tipos de miedo.
Yo, se ve, tengo miedo a conducir. Hoy varios profesores de autoescuela no tuvieron ningún tipo de pudor en repetírmelo hasta la saciedad. Y eso que era domingo. Tengo miedo a adelantar, miedo a acelerar cuando entro en una autovía, miedo a poner quinta, miedo a chocar con otros coches... Ese miedo al volante me lleva a necesitar más clases de las lógicas para aprender a conducir, ese miedo a no creer en mi habilidad me lleva a no soltarme. Y todos parecen también estar de acuerdo en que la habilidad ya la tengo, pero lo que me frena es el miedo. Esto comparado con el miedo al the end, con el miedo a la muerte, es bastante ridículo, bien es verdad, y por eso he empezado esta entrada así, para relativizarlo todo un poco. Pero aún así a mí hoy tanto profesor llamándome cobarde (e insisto, sin cortarse un pelo, sin disfrazarlo ni una sola vez de prudencia) me ha dejado un poco plof, porque como guionista que soy, no puedo evitar hacer de todo una metáfora y llevarlo más allá. (Y también, seamos sinceros, porque las críticas las llevo como el culo. Sobre todo cuando no se cortan ni un poquito. Pero es lo que tiene el aprendizaje. Y es lo que tiene ser un eterno estudiante. Curas de humildad continuas. Es lo que me gustaría decirles a los arrogantes, sé siempre un aprendiz de algo, o ten un perro y recoge todos los días su mierda, ya verás que rápido se te cura lo tuyo) Lo mismo me pasa en otros aspectos de la vida, por ejemplo con el inglés, nunca me acabo de creer que sé lo que sé y siempre me paralizo y no me arranco a hablar. Y supongo que es el mismo miedo que me impide aceptar que estoy más capacitado de lo que creo para muchas otras cosas. No las voy a enumerar, pero sé que están ahí. Como no quiero caer en ningún tipo de melancolía dominical enseguida intento pensar en positivo y me digo, bueno, si a pesar de todos esos miedos he llegado a donde he llegado tampoco seré tan miedica, o sí, pero he conseguido sobreponerme, o qué coño, si seré bueno en lo que hago, que a pesar del miedo, he conseguido tener éxito en mi trabajo, y más o menos en la vida.
Así que acabaré teniendo el carnet, a pesar del miedo. Ea.
Y con miedo a los 40 llegaré a los 70, espero. Y cuando alguien me entreviste a los 70, también podré reirme de los miedos que tenía cuando estaba sólo en la mitad de la vida. Y sí, también de todas las clases que tuve que tomar para aprender a conducir, ahora que conduzo con esta destreza septuagenaria este... ¿Aston Martin?
¿Seré como esos señores estupendos de 70 de los que habla Concha Velasco?

1 comentario:

Joaquin dijo...

Igual el miedo es el único problema que no empieza a solucionarse cuando uno reconoce que lo tiene. Yo lo engaño mirando a otro lado, casi siempre. O con pequeñas dosis controladas de olvido. Como quien juega con el fuego mientras se quema lentamente.