lunes, 13 de julio de 2009

Triángulo

Salud, mi querida Salud, cuida los cuatro días que me voy a mi pueblo de Mazinger. Mazinger se porta fatal. Salud lo sufre y yo sufro por Salud, sabiendo además que será la última vez que le pueda dejar al bicho. Yo mientras en mi pueblo disfruto de un tiempo agradable, de la lectura debajo de los nogales de mis padres, del pulpo, de mis padres, de mi hermana y mi cuñado y de una charla con alumnos de la universidad que nos escuchan a dos guionistas, uno de Padre Casares y Matalobos, (las series de éxito gallegas) y a mí, como si fueramos dos tipos importantes. Carlos Portela, el guionista de Padre Casares me cae genial y descubrimos que tenemos muchas cosas en común. Estamos en sintonía y durante la charla casi parecemos un dúo cómico. Dos horas antes de la charla estaba la mar de arrepentido de haber aceptado la invitación de ese curso de verano. Pero una vez superado el lance (¿lance, trance? qué es lo que se supera?) me alegro de haberme acercado a mi pueblo para hablar con todos esos alumnos desconocidos y conocer a Carlos, que además es guionista de los comics de Esther. Qué rara la vida.
Ya en Madrid, Mazinger me recibe como si hubiera venido de la guerra. Salud me devuelve un par de dvds y un libro que le dejé.El libro es Arthur & George de Julian Barnes, una maravilla. Lo hojeo antes de devolverlo a la estantería en la que ya no caben más libros. Me encuentro con una frase subrayada por mí. Y no sé por qué en su momento me pareció importante y tampoco entiendo ahora su significado: "El triángulo dentro del cual ha vivido durante tanto tiempo se ha roto, y la nueva geometría le asusta"
Intento recordar en qué andaba yo cuando lo leí pero no me acuerdo. No sé qué triangulo se habría roto y no sé de qué tendría miedo.
Estoy tentado a releer la novela, para descubrir, cual Arthur Conan Doyle, el protagonista del libro, el origen de ese triángulo y por qué me desasosegaba romperlo. Pero prefiero dejarlo así. Si había miedo ya no lo hay.
Mario, mi paciente profesor de autoescuela, me regaña por mi torpeza al volante. Como si en cuatro días sin dar clase, hubiera perdido mucho de la destreza adquirida.
Supongo que ahora subrayaré en las novelas que leo frases sobre los retos, o los kilómetros, o los aprendizajes tardíos. Espero que dentro de unos años, cuando me tope con esas frases tampoco recuerde por qué las subrayé.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puedes seguir contando conmigo, Carlitos. ¿Crees que un finde malo va a poder conimgo? Esta crisis, MZ y yo lavamos a superar. TQ!
Calvin